Superar una ruptura amorosa es cuestión de actitud, no de años.
El amor es la emoción más visceral que existe y cuando se acaba el corazón, ese músculo hipersensible a los sentimientos, duele. Entonces comenzamos un periplo de desesperación que el cerebro es incapaz de gestionar. Cada persona vive la ruptura de una manera diferente y su recuperación es inversamente proporcional al 'enganche' que haya sufrido. Pero, ¿cuánto tiempo hay que guardar 'el luto' a un fracaso? ¿Cuándo comenzar una nueva relación para que prospere con éxito?
Nada comienza con más emoción y alegría que el amor, pero no hay nada más frustrante que la tristeza que da el desamor. Tristeza por los sentimientos maltratados y defraudados, por la sensación del tiempo perdido, por la incertidumbre del cambio y por la inestabilidad y el estrés que provoca. Las secuelas físicas del desamor pueden llegar a ser una enfermedad, como ha reconocido Hime&Company, una empresa de cosméticos con sede en Tokio, que permite a sus trabajadoras pedir unos días de baja tras una ruptura sentimental.
Juan Bas, autor de 'La resaca del amor' (Temas de Hoy, 2009), compara este golpe emocional con la resaca etílica. 'Primero gozas del placer embriagador, de la alegría que otorga el vino que exalta el alma y los sentidos. Después te duele todo, se cierne la negrura. El ego está demolido y las expectativas ausentes'. No hay mejor forma de definir las fases del desamor: alivio-desazón-tranquilidad.
Entonces, ¿cuándo estamos preparados para volver a reiniciar nuestra vida sentimental? Cada uno tiene un 'tempo' propio marcado por las características de la relación y la ruptura, que le indica el momento. Hay personas que a nuestros ojos parecieran salir adelante con una rapidez que nos asombra, y otras pasan los años y son incapaces de volver a enamorarse, y las vemos vagar con la autoestima herida y temerosas de no ser suficientemente 'buenas', para nadie.
¿Cuánto tiempo esperar para tener una relación?
El tiempo de duelo es variable en cada persona. Las hay que llevan toda la vida juntas, y aunque la relación está más que muerta, y ambas partes lo saben, siguen con sus sus vidas por rutia, hasta que están preparadas para dejarlo. En eso momento se cruza alguien por el camino y comienzan una nueva relación. Parece pronto, sí, pero en realidad ya han pasado su momento de duelo.
Más que una cuestión de tiempo, es una cuestión de fases. Se han de recorrer todas las etapas del duelo para poder mirar al futuro y afrontar una relación con fuerza y serenidad. Esto puede durar días, meses o años, depende de cada cual. Simplemente hay que estar segura y estar dispuesta a dar el siguiente paso. Independientemente de que se vea mal o bien desde fuera, si tú estás segura de que lo que estás haciendo es correcto y estás a gusto con la nueva situación, ¡adelante!
¿Funciona lo de un clavo saca a otro clavo?
El popular dicho de que 'un clavo saca otro clavo', no parece funcionar muy bien cuando acabas de terminar una relación. Si sacas el clavo con otro, el agujero del corazón se engrandece y los sentimientos acaban escapándose, haciéndote daño no sólo a ti misma, sino a tu nuevo compañero que acaba como un muñeco roto y maltratado, al aterrizar en el mundo irreal que le has ofrecido.
Esther, de 35 años, terminó su relación muy dolida. Su pareja le había dejado con la cuenta del banco tiritando y una hija que sacar adelante. 'Me arropé en mis amigas y de repente conocí a Manuel. Empezamos a salir en plan parejitas hasta que sin darme cuenta lo tenía durmiendo en casa, haciendo vida marital'. Aquello no funcionó. 'De repente me desperté un día y pensé qué estaba haciendo'. Para Esther era demasiado pronto. No había guardado el duelo necesario y una relación que podía haber salido bien, se truncó antes tan si quiera de empezar.
Guardar el duelo significa tomar un tiempo para uno mismo para reflexionar sobre lo que pasó: ¿en qué nos equivocamos?, ¿qué haríamos igual?, ¿qué vamos a permitir en una nueva relación y qué no? Este caso de 'A rey muerto, rey puesto' puede ayudarnos a superar el mal trance vivido, hacernos compañía en este camino. Pero si los recuerdos del otro persisten, posiblemente esa nueva relación acabe convirtiéndose en una 'persona puente' y éste será el que sufra las consecuencias de esta situación.
¿Duelos eternos?
Claro que los duelos son necesarios, hay que vivirlos, de hecho forman parte de la superación de una ruptura, pero no tiene por qué ser laaaaargos y mucho menos 'para siempre'. Cada quien tiene sus tiempos y estos tendrán que ver con la duración, intensidad y motivo de la ruptura de cada relación. Pero por muy dolorosa que haya sido no hay por qué cerrarse a la vida.
María sabía que su relación no funcionaba. Al mes de haberse casado su marido no volvió de trabajar un viernes, y sin llamar ni nada, apareció el domingo con la cabeza agachada y pidiendo perdón. 'Le perdoné, ¡como no lo iba a hacer! Me acababa de casar y pensé que había sido algo puntual'. No fue así y esta actitud se repitió una y otra vez. 'Me tiré así tres años de mi vida. Estaba aferrada a él. Ahora, con el tiempo, puedo decir que no sé si lo que sentía era amor o miedo a quedarme sola. Pero al final me decidí y me separé'.
La situación traumática por la que pasó María la hizo abrirse a los amigos y cerrarse a las relaciones. 'Me volví loca saliendo, y hubo algún chico que realmente me hizo volver a revivir las cosquillas en el estómago. Pero no me atreví nunca a dar el paso y me negué a ninguna relación'. El duelo de María duró más de dos años. Pero de repente se atrevió a dar el paso. 'Comencé a desligarme un poco de mis amigas, a depender tanto de ellas y hacer un poco más mi vida. A él le conocía de hacía años y empezaron las miradas, y me dije ¿por qué no? Y hasta hoy. Tenemos un hijo en común y un presente que vivir. Reconozco que la experiencia me ha dejado marcada y no me gusta hablar de futuro. Pero, al menos, llevo cinco años viviendo el presente y puedo decir que soy feliz'.
Quizás visto desde fuera no entendamos por qué María necesitó tanto tiempo para rehacer su vida y que no permitiera que nadie compartiera, aunque fuera por un momento, ni su cuerpo ni sus sentimientos. Pero su forma de entender el duelo hizo que tuviera que pasar el tiempo que ella consideró necesario para encontrar de nuevo el amor. Un amor que ha salido bien, aunque ella es consciente que podría no haber sido así.
Con tranquilidad...
'Para mi ser capaz de enamorarse de nuevo no es no es cuestión de días, horas o minutos, sino de tener tiempo y espacio para evaluar cuánto daño nos han causado y cómo poder sobrevivir a él', afirma muy segura Penélope, de 23 años. 'Sí, soy joven, pero la vida me ha enseñado a golpes la realidad de una ruptura, por dos veces', cuenta.
Penélope cometió dos errores: aguantar a su primer novio desde los 16 años hasta los 22 y volver a caer en la misma piedra un mes después. 'Hay gente que se convierte en nuestra tabla salvavidas después de una ruptura, pero en mi caso no funcionó y, lo que es peor, sólo me llevó a pensar más aún en mi ex, e incluso a buscarle volviendo a caer de nuevo en sus malditos encantos. Un desastre'. Ahora Penélope camina sola y bien erguida, 'sólo quiero disfrutar de mis amigas y de mi familia, a las que tenía un poco abandonadas'.
El caso de Carla, de 35 años, es la excepción que confirma la regla. Actualmente en pareja desde hace dos años, cuenta que cuando descubrió a su ex en su casa con otra (una de esas pilladas de película: se me olvida algo en el piso, vuelvo y descubro el pastel) rompió la relación al momento, de forma abrupta y traumática. 'Vivíamos juntos y ya teníamos planes de niños. ¡Pfff, menos mal que no nos dio tiempo a ponernos en serio antes de que descubriera su verdadera identidad!'. Carla pensaba que estaría sola por mucho tiempo, 'unas semanas después conocí a alguien que me animó en estos momentos. Al principio éramos buenos amigos, pero después los sentimientos empezaron a surgir. Puede parecer que me valí de él para despedirme de mi ex novio, pero la realidad es que acabé enamorándome y ahora es mi pareja', nos cuenta.
Esto es el ejemplo de que en el amor es difícil generalizar. Ante una ruptura no hay patrones en común. Hay personas que no conocen otra manera de atravesar un duelo que transitándolo junto a otra persona que le ayude a superarlo, aún sabiendo que esta relación puede tener muchas papeletas de no prosperar. Mientras que otras, después de un fracaso, huyen de las relaciones y no pueden si quiera imaginar volver a estar con alguien hasta no haber dado por cerrada esa etapa de su vida.
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