viernes, 9 de diciembre de 2011

PARKINSON

Enfermedad crónica que afecta a sujetos de edad madura o avanzada y que se manifiesta con un característico temblor.

LA MANIFESTACIÓN típica de la enfermedad de Parkinson o parkinsonismo es un temblor en forma de oscilaciones relativamente lentas, amplias y rítmicas, que cursa con hipertonía muscular de tipo extrapiramidal, lentitud de

CÓMO SE MANIFIESTA

El diagnóstico de enfermedad de Parkinson resulta difícil debido a su comienzo engañoso y al elevado número de enfermedades neurológicas con las que debe establecerse un diagnóstico diferencial. Parece cada vez más probable que la enfermedad comienza muchos años antes de que aparezcan los primeros signos clínicos claros. Un cónyuge observador puede recordar muchas veces anomalías de postura o de movimiento o curiosos y repentinos cambios de comportamiento, que pueden considerarse signos de la enfermedad. Inicialmente muchos pacientes refieren la presentación de trastornos inespecíficos, como astenia, pequeños achaques, dolores o depresión.
En cualquier caso, aparece en general un tosco y lento temblor de los dedos de una mano, que induce a sospechar el diagnóstico. Con frecuencia el temblor es detectado durante una revisión médica rutinaria o durante la estancia del paciente en un hospital motivada, por ejemplo, por la realización de una pequeña intervención quirúrgica sin importancia.
El diagnóstico resulta de repente tan claro que el propio médico se pregunta a veces cómo no lo sospechó antes.
La enfermedad de Parkinson presenta un exordio siempre unilateral. Una minuciosa anamnesis revela a menudo el padecimiento de vagas dificultades relacionadas con los movimientos de la mano, que suelen aparecer unos meses antes que los temblores propiamente dichos.
La enfermedad no provoca astenia, sino cierta dificultad para comenzar los movi mientos y para pasar de un esquema motor a otro, así como una progresiva disminución de la amplitud de los movimientos.
Todo este conjunto de problemas recibe el nombre de bradicinesia y es responsable del característico aspecto ‘atónito”, impasible e inexpresivo del paciente, de la lentitud de los movimientos oculares, de la voz irregular y monótona, de la escasa gesticulación, de la pérdida de los movimientos pendulares de las extremidades y de la deambulación a pequeños pasos. En algunos pacientes puede no existir temblor.
Las alteraciones posturales, que hacen que el paciente adopte una postura en flexión, casi simiesca, y la alteración de los reflejos de en derezamiento y de mantenimiento de la posición erguida (responsable de las caídas) son signos de que la enfermedad es ya estable.
La deambulación se produce en forma de pequeños pasos, con el tronco rígido y sin las normales oscilaciones pendulares de los brazos. El momento de empezar a caminar es aquel en el que el parkinsoniano encuentra las mayores dificultades, como si un obstáculo le impidiera ponerse en movimiento. Una vez emprendido éste, el sujeto sigue ca minando de forma bastante resuelta, con pasos cortos pero no lentos, sino por el contrario, a veces, cada vez más acelerados, con el tronco progresivamente más inclinado hacia delante. Parece como si el enfermo corriera tras su propio centro de gravedad (propulsión). A igual que la puesta en marcha, la parada resulta a menudo difícil, pudiendo suceder que el sujeto con Parkinson, una vez en marcha, no sea capaz de pararse hasta que encuentra un obstáculo. Un fenómeno análogo se observa cuando el enfermo anda hacia atrás (retropulsión).
En aparente contradicción con la bradicinesia, se da con bastante frecuencia el fenómeno de la cinesia paradójica: el sujeto enfermo de Parkinson realiza con lentitud la mayor parte de los movimientos habituales, y sin embargo es capaz de realizar otros, como por ejemplo correr, con sorprendente rapidez.
El temblor consiste en oscilaciones rítmicas, uniformes, y más bien amplias y lentas (4-6 por segundo). Afecta preferentemente a las extremidades, sobre todo a las superiores, si bien puede extenderse también a la cabeza, los labios y la lengua. Muy característico es el temblor del pulgar y del índice, que el sujeto desliza uno sobre otro como contando monedas. En algunos casos el temblor, y también la rigidez, son más acentuados o afectan sólo a un lado del cuerpo (hemiparkinson).

TRANSMISIÓN HEREDITARIA

La pregunta que los parientes de un sujeto con parkinsonismo formulan siempre al mé dico es si la enfermedad e hereditaria o tiene cierto carácter familiar, Los estudios epidemiológicos realizados en este sentido arrojan una incidencia familiar del 10-15 % de los casos, con valores máximos del 30 % en algunas casuísticas, aunque estos datos no son de por sí significativos, Es probable que en el desarrollo de la enfermedad desempeñe un papel importante un factor predisponente constitucional, aunque en la mayor parte de los pacientes no ha sido posible concretar causas genéticas específicas.
En la actualidad, la conclusión a la que se ha podido llegar tras los últimos estudios epidemiológicos es que la enfermedad de Parkinson debe considerarse una enfermedad adquirida. Así, los factores ambientales pueden desempeñar un papel decisivo en la aparición de los síntomas.

FACTORES AMBIENTALES

En cuanto a los factores ambientales que mas probablemente intervienen en la etiología del síndrome parkinsoniano deben tenerse en cuenta tres posibilidades: virus, trauma
• Virus. Numerosos virus lesionan de forma selectiva ciertas vías del sistema nervioso cen

La primera regla general es mantenerse activos mientras las condiciones físicas lo permitan, sin cansarse inútilmente. para favorecer el mantenimiento movimiento los múscuh se aga y de movimiento limitado.
Para combatir la sensación de molestia en los músculos de la cara, realizar ejer cicios de mímica frente a un espejo.
Para superar las dificultades de los dedos y de las manos, que tienen poca movilidad, tomar ciertas medidas en relación a la ropa y a los utensilios: usar cierres de cremallera o adhesivos en ropa y zapatos, alargar las empuñaduras de los cubiertos, usar tazas con dos asas,y platos de bordes altos.
Contra la falta de equilibrio, colocar pumtos de apoyo y barras de sujeción en el cuarto de baño y en otros lugares estrategicos de la casa. Son preferibles las sillas firmes y rectas y los sillones y butacas con reposabrazos

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