viernes, 4 de noviembre de 2011

EL AMOR


Así como todo ser vivo necesita del aire para vivir, el amor necesita del espacio para hacerlo. La libertad es la primera y única opción de todo ser humano, incluso más importante que la de buscar la felicidad, porque de la libertad dependen todas las demás opciones. El hombre nació para ser libre, y nada, ni siquiera un sentimiento, puede coartar esa realidad. Aplastar la libertad es privar de aire al amor, a la amistad, a la relación laboral, a cualquier relación entre humanos.  Es señal de sabiduría dejar los espacios necesarios para que florezca la flor de la relación y se enraice en el universo. El amor sin libertad no existe, es cualquier cosa menos amor.
Si quieres matar tu relación, ahógala, quítale la libertad; si quieres que crezca, déjala respirar y que se desarrolle. Verás que en su libertad, tu otra parte te valorará y ambos crecerán.
Por otra parte, ¿existe amor en la seguridad? La seguridad no existe, es una trampa de la mente. La buscamos, creemos tenerla, y se nos escapa como arena entre los dedos. La seguridad es la que nos mantiene viviendo en el miedo: miedo a perder al ser amado, miedo a perder el trabajo, miedo, miedo. Pero no existe. Tratamos de amarrala con convenciones sociales, con papeles ¡Vano intento! Los papeles se los lleva el viento del cambio. La seguridad es querer, y querer es poseer mientras que amar es dar; son antípodas, son antónimos en el concepto. Para relacionarnos necesitamos amar, no querer. Por lo tanto, debemos acostumbrarnos a vivir en la inseguridad, convivir con ella, apreciarla como nuestra mejor amiga y veremos que en conjunción con la libertad crece nuestro jardín.
Amar es dar, y para dar debemos vivir en libertad y con inseguridad. El que no es libre no puede dar, el que está seguro tampoco. Esa es la fórmula del verdadero amor: libertad e inseguridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario