Hace unos días me di cuenta de que hay personas en este mundo que aún
no han revisado en el diccionario el significado de humildad. Creo yo
que puede ser porque por ahí hace algunos años unos filósofos se
pusieron a pensar en eso y tuvieron concepciones tan diferentes que al
final tú agarras la que más te convenga.
Por ejemplo, Kant decía que la humildad era una meta-actitud que te
permitía ver desde la perspectiva apropiada a la moral, sin embargo
Nietzsche pensó más bien que ésta era una debilidad que escondía las
decepciones en su interior.
Si bueno, esos filósofos si que piensan. Para mí, la humildad se
refiere a cómo tú te proyectas a los demás sin afectar en nada a quienes
te rodean, sino más bien buscando mejorar tú ambiente en la medida en
qué tus conocimientos, habilidades y atributos te lo permitan.
Eso se refiere a todo. ¿Por qué harías un comentario degradante a
alguien si ni tu mismo cumples con la “virtud” que profesas? ¿Por qué
presumir que tienes X o Y, cuando te falta lo más importante en tu vida
que es el amor? ¿Por qué pensar que pedir perdón es rebajarte o
humillarte ante alguien? Todas estas preguntas y otras son simplemente
algunas reflexiones que creo que todos debemos hacernos.
Debemos pensar en todo lo que tenemos por dar al mundo: conocimiento,
esfuerzo, recursos y amor, y dejar atrás cualquier crítica que implique
para cualquiera un insulto. Te digo por experiencia que es mejor que la
gente reconozca tus méritos que tu alardear de ellos, es más
emocionante escuchar de otros lo bueno que eres y no pregonarlo tu a los
cuatro vientos. Tiene más mérito ser humilde, que profesar algo que no
tienes.
Siempre debemos vernos a nosotros mismos grandes y con muchas
fortalezas, buscando mejorar nuestras debilidades, siempre
proyectándonos hacia los demás no como lo grande que somos, sino como
aquellos en quien confiar en el momento en que más lo necesiten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario