> Actúa en lo que de ti dependa
> Éstas son las palabras de un maestro anciano:
>
> "Cuando era joven, me dolía el corazón por la
> violencia e injusticia de este mundo. Quería con
> toda mi alma darle un sentido profundo a mi existencia.
> Quería que, al morir, mi vida hubiera servido para
> marcar una diferencia en este mundo, aunque tuviera
> que pagar un precio muy alto para hacerlo.
>
> Por eso mi oración era:
>
> 'Señor, dame la fuerza y la sabiduría para que mi
> vida contribuya a mejorar la adversa situación de
> este mundo.'
>
> Después, siendo un hombre ya maduro, me di cuenta
> que no había podido cambiar nada, que el mundo continuaba
> igual o peor. Estaba frustrado porque me sentía impotente,
> entonces modifiqué mi oración de la siguiente manera:
>
> 'Señor, ya que no pude cambiar el mundo, dame la fuerza
> y la sabiduría para ayudar a cambiar a mi familia y a
> mis cercanos.'
>
> Ahora que soy un anciano, me doy cuenta de lo ingenuo
> y arrogante que fui al tratar de cambiar a los demás. En
> mi infancia me enseñaron que todos mis problemas eran
> culpa de otros, que mi felicidad y mi progreso no dependían
> de mí. Cuan equivocados estaban.
>
> Como derroché mi vida fijándome en los errores de
> los que me rodean, culpando a los otros de mis problemas,
> en vez de enfocarme en reconocer y corregir mis propios
> errores, mi oración ahora es:
>
> 'Señor, dame la fuerza y la sabiduría para aprender a
> ver y a reconocer mis errores, para utilizar mi fuerza
> y mi poder personal, para ser cada día alguien que
> sabe crecer y elegir la acción constructiva en vez de
> la queja."
>
> Germania, ¿Cuán diferentes serían nuestras vidas, si la
> energía que hemos gastado en culpar a los demás de nuestros
> problemas, la hubiéramos empleado en resolverlos? Poco
> puedes hacer para cambiar al resto y mucho para cambiar
> tú mismo. ¿Qué puedes reconocer hoy?
>
> Feliz semana.
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