lunes, 11 de marzo de 2013

AMOR DE AMIGOS



Sentados como están, él se acurruca junto a su compañera y la mira tiernamente a los ojos. Ella lo conoce perfectamente. Sabe que cuando adopta esa posición, significa que algo anda mal y necesita comunicárselo. Lo observa fijamente, mientras sus delicados dedos se enroscan en los ensortijados cabellos del muchacho. Nadie como ella lo comprende tan bien y eso es lo que ha dado pie para que los demás compañeros de la escuela comenten maliciosamente.

Quizás tú, ahora mismo, estés pensando que se trata de una pareja de tortolitos enamorados…¡Error ciento por ciento! Ellos no son más que excelentes amigos.

La amistad mujer-hombre es tan natural como la que se establece entre personas del mismo sexo, solo que los mal pensados siempre tratan de descubrir segundas intenciones, anclados en posiciones seculares hace ya rato en desuso. Si mi abuelita tuvo que criarse en una escuela de monjas y mi mamá en un colegio exclusivo para señoritas, hoy nuestra juventud participa junta en casi todos los proyectos, sin distinción de género.

Acaso este año te hayan tocado las actividades agrícolas en un campamento mixto. ¿Te limitarías de relacionarte o contar con la amistad de alguien del sexo opuesto? Seguro que no. El círculo se estrecha aún más si estudias en una beca, donde el intercambio entre chicas y varones constituye parte de la cotidianidad.

Amistad y… nada de “eso”
La cienfueguera Purita confiesa una profunda admiración por su amigo Arístides.

“Con él puedo hablar cosas que a otra gente escandalizaría –explica–. Compartimos ideas, objetos, y él es muy tierno conmigo. Lo conozco desde la secundaria y siempre me atrajo su compañía, sin pensar en lo ‘otro’. Un día decidimos alquilar una cabaña y nos fuimos de excursión solos. Tuvimos que dormir pegaditos; sin embargo, de ‘aquello’ no pasó nada.”

–¡¿Qué tú dices?!– te dirás–. Eso no se lo cree nadie. En el fondo hay algo.

Y puede que tengas razón: hay algo. Él busca en Purita cualidades ajenas a las de otras chicas; ella, el paradigma de hombre que quisiera entre sus posibles candidatos. En cambio, la cercanía de sus cuerpos no les pone los pelos de punta, como sucede cuando a cualquiera de los dos se le acerca otra persona que les agrade (sexualmente hablando).

Los polos opuestos se atraen
Conservo la experiencia de muchachas a las cuales amé mucho… como amigas, y de una cosa estoy convencido: la amistad entre un hombre y una mujer no es imposible.

Puede que un día te sorprendas fantaseando con aquella persona y que eso te perturbe; sin embargo, es lo más normal del mundo. Todos sabemos que los polos opuestos se atraen, y tú no eres de hierro.

A una eterna amiga mía le tuve que confiar que me gustaba su aspecto y por eso me preocupaba tanto cuidar el mío (pues, aquí entre nosotros, ella era un bomboncito y, aunque la veía con otros ojos, era indiscutible su atractivo físico).

Yo no soy el único que cree en esa amistad. Una reciente muestra efectuada por la revista Somos Jóvenes entre 50 estudiantes de Ciudad de la Habana  arrojó que más de las tres cuartas partes consideraba que un hombre y una mujer sí pueden llegar a ser buenos amigos.

A pesar de que casi todos declararon contar como mejor amigo a una persona de su mismo sexo, la mayoría concuerda en la posibilidad de una amistad bisexual. No es fácil que otros lo entiendan, sobre todo en la medida que van pasando los años y ese acercamiento se va haciendo más “eléctrico”.
Pero ahora eres joven y no debes sulfurarte por lo que pueda suceder, pues si al final llegaran a “eso”, no creo que la vida se te arruine; en definitiva ya se habrán conocido lo suficiente y esto será siempre una ventaja. En la mayoría de las ocasiones, el compañerismo fraguado de antemano les ayudará a solucionar las diferencias.

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