domingo, 10 de abril de 2011

SEMBRADOR DE CONCIENCIAS

El terreno lucía árido y seco. Sólo rocas y algunos arbustos polvorientos, quemados ya por el sol, habitaban el desolado paraje. Sin embargo llegó aquél peculiar sembrador. Paciente. Lleno de fe. Dedicado. Decidido. Constante. Perseverante. Supo ver no lo que faltaba, sino lo que se escondía bajo esa tierra promisoria.

Comenzó por preparar el terreno, quitando la maleza, horadando hasta extirpar las raíces muertas. Después procedió a humedecer la sedienta tierra. Le dio de beber vida y esperanza. Cada gota que recibía, era un nuevo despertar para ese terreno yermo que había olvidado ya lo que era tener aliciente y propósito, una nueva ilusión en su existencia.

Una vez bien dispuesta, la tierra abrió sus entrañas para dejarse germinar. El paciente sembrador comenzó entonces a regar sus semillas, a implantar la nueva simiente que haría borrar ese pasado de desolación, para abrirse a un presente lleno de fruto y esperanza.

Con el paso del nuevo tiempo, las semillas fueron abriendo y comenzaron a echar raíces. Poco más tarde, los resultados empezaron a aflorar por sobre la superficie de la tierra. Los primeros brotes de esa nueva y buena siembra, fueron una fiesta de renacimiento.

Ahí venía. La verdadera vida. El cambio de una nueva conciencia en esa renovada tierra, materializado en la promesa de un noble y futuro árbol que crecería y llegaría a ser sombra, resguardo y alimento para un nuevo y afortunado peregrino.

De esa manera, el sembrador, ese trabajador de luz, concluyó así su misión: plantar semillas de conciencia, preparando el terreno para el frondoso árbol de una nueva humanidad…

Esta analogía le habla a tu corazón. ¡Despierta! Es tiempo de tomar la estafeta de ese sembrador. Es tiempo de sembrar sobre esta humanidad la simiente de un nuevo Ser. Tiempo de extirpar de sobre la faz de la Tierra la maleza de la apatía, la abulia, el conformismo, el desgano, el egoísmo, el desamor...

Tiempo de arrancar las secas raíces de esa vieja costumbre: el aceptar la dualidad. Buenos-malos, pobres-ricos, hambrientos-satisfechos, miserables-encumbrados, poderosos-desvalidos, amigos-enemigos…

Tiempo de sembrar a fondo la semilla del amor solidario. Tiempo de hacer germinar semillas de perdón. De abonar la tierra de nuestras relaciones personales con tolerancia y respeto.

Tiempo de abrir nuevos surcos en nuestra conciencia, de manera que razas, nacionalidades, color de piel, idiomas e ideologías diferentes, tengan cabida por igual en nuestro corazón. Porque todos somos Uno… y uno somos Todos.

Tiempo de reconocer que la única y verdadera riqueza está en nuestro interior. Sólo así resurgiremos como una Nueva Humanidad en donde el pan cotidiano sean la Luz y el Amor Incondicional, fruto de cultivar pensamientos y sentimientos de más alta vibración.

La Tierra, sedienta de un despertar universal, te espera para que la fecundes con tu ejemplo, con tu luz, con tu entereza. No te permitas flaquear, sembrador de sueños, sembrador de esperanzas. ¡Sigue esparciendo tus semillas de conciencia

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