lunes, 18 de abril de 2011

DIOS NO ES UNA RELIGION DIOS ES AMOR

Dios me regala un toque sanador y tranquilizante. Dios disipa mis conflictos, por simples que parezcan o complejos que sean. Dios demuestra paciencia frente a mis a veces torpes intentos por ser mejor persona. Dios perdona y olvida mis secretos y vergüenzas mas escondidas. Dios sana esa silenciosa desesperación que envejece mis sueños. Dios no ve mis errores, sino que ve mis posibilidades. Dios comprende mis pequeñas y grandes privaciones. El logra milagros: mis desastres absolutamente irreparables, aparentemente irreparables, los torna en cosas excelentes; los desiertos los vuelve caminos. Dios me levanta cuando estoy arruinado por la culpa y lastimado por el pasado. El me abraza con compasión, sin abofetearme y sin reprocharme absolutamente nada. El me libera cuando soy prisionero del fracaso, del trabajo y del hogar. Dios no me mira de reojo, ni me escracha o menoscaba en público. Dios presta atención a mis tristezas, y escucha mis suspiros. El absorbe mis heridas, disipa mis tinieblas, y extrae las espinas que la vida clavó en mi alma. Dios levanta mi cabeza y me devuelve a la realidad de la vida. Me escucha, sin censurarme ni malentenderme. El ve mi grandeza interior, y se pone a mi lado para soñar mis sueños. Con El, yo puedo ser genuino, autentico, a El nada puedo esconderle, ni necesito esconderle nada porque me ama. Con El yo puedo llorar, reír, gritar o quejarme, soñar o lamentarme. Dios me conoce. Dios no solo lee mis labios, sino que también lee mi corazón. El lee mis soledades, mis incertidumbres, mis decepciones. A El sí le importa lo que me pasa. El sí me entiende. En El encuentro la gracia suficiente para empezar otra vez. A su lado he descubierto que de las tragedias sin sentido se pueden obtener bienes mayúsculos. El no me reprocha mi desperdicio de oportunidades ni mis recurrentes fracasos. El no habla nunca más de mis pecados. El restaura mi dignidad arruinada. El no me sentencia a una vida de remordimientos. El nunca se desentiende de mí. El nunca se desespera de mí. Dios no deja que yo me pierda en la oscuridad de mi dolor. El me consuela sin recurrir a frases hechas. A su lado, ya no necesito ocultar mi evidente tristeza detrás de sonrisas huidizas. El me incluye en sus planes, sin hacerme sentir un extraño. El nunca toma a la ligera mis soledades. Dios sabe lo peor de mí, y no se escandaliza. También conoce lo mejor de mí, y sigue esperándolo. El produce una nueva fuerza, aun en mis silenciosas lágrimas. El está, está a mi lado, aun cuando siento que ya no se puede hacer nada. Dios reconstruye mi corazón empolvado por el resentimiento. El enciende la llama de la vida en mi alma enfriada por la rutina. A su lado he conocido la mejor noticia del mundo: a pesar de todo, Dios no me abandonó; Dios no renunció a mi, no me descartó. El todavía cree en mí, y me inspira a que yo también crea en mí. Me desafía a intentarlo de nuevo, a no darme nunca por vencido. A su lado, El me regala una canción que nace aun entre lágrimas. Su mensaje me renueva: “Hijo, no estas solo, yo estoy con vos”. Su aliento me presenta una nueva esperanza: “¡Pronto veras como brilla el sol otra vez!”. Dios esta dispuesto a brindarse por completo a mi y, por sobre todas las cosas, tiene un amor que nunca morirá. Su amor por mi nunca morirá. Mucho mas que una religion, Dios tiene que ver con la vida misma.

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