En estas tierras de América Latina aún hay enfermedades que mucha  gente en el mundo desarrollado ni sabe que existen. Y siempre,  lamentablemente, afectan a la gente con menos recursos, campesinos e  indígenas habitantes de zonas intrincadas en el monte,  la selva o en la  planicie del Chaco, donde los insectos hacen de las suyas en medio de  poca higiene y falta de condiciones de prevención. Y es que, cuando  además la gente no sabe como prevenir las enfermedades, lógicamente la  incidencia de estas es mayor, y si son contagiosas entonces se  establece  un círculo vicioso que se perpetúa por generaciones.
¿Usted ha escuchado hablar del Mal de Chagas o la Leishmaniasis?  ¿Sabe que en  Bolivia siguen enfermando  de tuberculosis anualmente  alrededor de 8 mil personas y que 700 de ellos mueren?
Aunque según algunas fuentes, Bolivia ha logrado reducir la presencia  de la vinchuca (insecto transmisor del parásito causante del Mal de  Chagas) de un 75% en el año 1998, a un 2,8% en el año 2004, existen  municipios donde la realidad es otra. Villa Vaca Guzmán y Huacaya son  dos de ellos. En la zona del chaco chuquisaqueño, donde Ayuda en Acción  trabaja para mejorar las condiciones de vida de la gente, más del 3% de  la población (indicador mínimo relativo a los Objetivos de Desarrollo  del Milenio para 2015) está infestada de Chagas.
Muchos han sido los esfuerzos de pocas personas e instituciones por  avanzar en el descubrimiento de una cura para una enfermedad que, como  es de los pobres y da poco rendimiento, no interesa a las grandes  compañías farmacéuticas. Una doctora en ciencias químicas española ha  dedicado más de 10 años de su vida a investigar las posibilidades de  erradicarlo. Así encontró una pintura que evita el crecimiento del  insecto portador del parásito que provoca la enfermedad entre las  paredes de las casas. Pero no es suficiente con pintar las casas, hay  también que educar a la gente (como ella misma lo ha dicho) y cambiar  los patrones de construcción y de higiene de los espacios compartidos.
Hace unos años  los indicadores de incidencia de Chagas en esta zona  alcanzaban cifras alarmantes y por ello la cooperación centró parte de  su accionar en disminuir los factores de riesgo de contagio. Informar a  la población sobre cómo disminuir los riesgos, mejorar las viviendas de  las familias más expuestas y establecer servicios de diagnóstico  oportuno, fueron algunas de las iniciativas desarrolladas. 
Y aunque esto pueda parecer escrito por encargo, la verdad es que  mucho se ha hecho, aunque insuficiente, por supuesto. En los últimos dos  años hemos construido juntos a las familias guaraníes 47 casas  mejoradas, hemos montado un laboratorio de detección del parásito  y  hemos equipado 4 puestos de información  vectorial, establecidos por el  sistema de salud; pero además estamos capacitando a la gente y formando  promotores locales. Más de 100 familias y 10 voluntarios locales de  salud se han capacitado para  promover mejores hábitos de aseo e higiene  entre las familias y para concienciarlas sobre la necesidad de proteger  las paredes de sus casas. Pero aún no será suficiente.
 Este 7 de abril se celebra, como cada año,  el Día mundial de la  Salud y quiero aprovechar este espacio para darle voz a esas familias y  pacientes olvidados y hacer en su nombre un llamado a quienes tienen la  obligación de impulsar políticas públicas y garantizar la asignación de  recursos, tanto en nuestros países como en los organismos  internacionales de salud. Sólo con el concurso de todos será posible que  estos males, falsamente olvidados, pasen a la lista de enfermedades ya  erradicadas por la especie humana


 
 

Hola, Germania. Gracias por hacerte eco de estas cosas. Un saludo, Roxana Pintado.
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