viernes, 15 de abril de 2011

LAS COSAS EN QUE NO HAY QUE CREER


Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora mayor que tiene dos hijos, uno de 19 y una hija de 14.
Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
- 'No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo'.
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
- 'Te apuesto un peso a que no la haces'. Todos se ríen. El se ríe.
Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla,
Y él contesta: - 'Es cierto, pero me he quedado preocupado de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo'.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, feliz con su peso y le dice :
- 'Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto'.
- '¿Y por qué es un tonto?'
- 'Porque no pudo hacer una carambola sencillísima, según él preocupado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo'.
Y su madre le dice:
- 'No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen'.
Una pariente que estaba oyendo esto y va a comprar carne y le dice al carnicero:
- 'Deme un kilo de carne', y en el momento que la está cortando, le dice:
- 'Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado'.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice:
- 'Mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas'.
Entonces la vieja responde:
- 'Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos...'
Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.
Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo.
Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde.
Alguien dice:
- '¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?'
- '¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!'
- 'Sin embargo', dice uno, 'a esta hora nunca ha hecho tanto calor'.
- 'Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor'.
- 'Sí, pero no tanto calor como hoy'.
Al pueblo todos alerta, y a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
- 'Hay un pajarito en la plaza'. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
- 'Pero señores', dice uno 'siempre ha habido pajaritos que bajan aquí'.
- 'Sí, pero nunca a esta hora'.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
- 'Yo sí soy muy macho', grita uno. 'Yo me voy'.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve.
Hasta que todos dicen:
- 'Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos'.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
- 'Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa', y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado:
- '¿Viste m'hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?'

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