domingo, 18 de julio de 2010

LOS VALORES

Si deseamos conservar una actitud tranquila ante el fin de la vida terrenal y no angustiarnos ante algo inevitable, no debe olvidar que:
Conservar la fe en el futro es el mejor modo de no amedrentarse por la muerte.
Vivir en paz con nosotros mismos y con los demás nos preparará para afrontar el fin de la existencia.
Debemos concienciarnos de que la muerte es inevitablemente el fin de un proceso vital.
Disfrutar cada momento y vivir en plenitud proporcionará la riqueza interior que nos permita creer que hemos aprovechado bien la vida.
Resolver las posibles disputas con aquellos que nos rodean nos ayudará a mantener tranquila nuestra conciencia y a no hacernos recriminaciones.
Considerar que la vida es un constante aprendizaje y un camino por el cual hay que ir avanzando nos ayudará a preservar nuestra riqueza espiritual.


Sencillez de vida
Con el objeto de superar lo que nos separa del mundo exterior y de no centrarnos exclusivamente en nuestras preocupaciones personales, debemos:
Saber que no somos perfectos y que tenemos mucho que aprender de otras personas.
Recordar que no somos autosuficientes y que tampoco lo es ninguno de los seres que hay a nuestro alrededor.
Convencernos de que la felicidad puede encontrarse en las actividades y sorpresas de la vida cotidiana, y que no puede comprarse.
Considerar que lo que verdaderamente nos hace más dignos, más humanos, es nuestra capacidad de entrega y dedicación a quienes nos necesitan.
Ser generosos, amables y tolerantes con cuantas personas encontremos al paso.
Conservar la limpieza en la mirada y no mirar al resto de seres humanos con torcidas intenciones.
Mantener la sencillez y la humildad que nos permite ser flexibles.
Descubrir el valor de los placeres sencillos de la vida.
Recordar que la riqueza personal no tiene relación con la económica y material.


Una ambición positiva
Para mantener las aspiraciones sin entregarse a un exceso de ambición conviene:
Comprometernos a mejorar día a día y a apostar por el éxito basado en el trabajo y el esfuerzo.
Confiar en nuestras posibilidades de triunfo.
Ser consciente de cuáles son nuestras virtudes para poder valernos al máximo de ellas.
Perseguir el bienestar de quienes nos rodean.
Renunciar al egoísmo, la vanidad y la ostentación.
Recordar que la felicidad no puede comprarse, sino que debe descubrirse y cultivarse.


Errores que nos alejan de la autenticidad 
Entramos en discordia con nuestra autenticidad cada vez que:
Mentimos por miedo a reconocer un error o simplemente para justificarlo a ojos de los demás.
Pensamos que las conductas mayoritarias o sociales son las óptimas e intentamos ceñirnos a ellas, aún en contra de nuestros ideales.
No hacemos el esfuerzo de elaborar una «relación» de nuestros principios o valores personales.
Exigimos a los demás más de lo que nos pedimos a nosotros mismos.
Adoptamos un comportamiento hipócrita y presentamos tantas caras como sean necesarias para gustar a todo el mundo.


Desarrollar la dignidad personal
Esforzarnos, día a día, por crecer interiormente y ser mejores personas.
Confiar absolutamente en nuestra capacidad de progresar y de hacernos aún más dignos de aprecio y reconocimiento por parte de quienes habitualmente nos rodean.
Intentar que los demás confíen también en sus propias posibilidades de mejorar y que se sientan dignos del máximo respeto.
Respetar siempre a las personas, independientemente de que ellas mismas se respeten o no y de que su modo de actuar nos parezcan correcto.
Convencernos de que nuestros pequeños errores a lo largo de la vida no nos convierten en personas indignas.


Para evitar el narcisismo 
Sí, como hemos visto, todo aquello que contribuye a incrementar nuestra sencillez y respeto a los demás incide de un modo positivo en el desarrollo de la elegancia personal, todo aquello que fomenta el «autobombo» o el narcisismo limita esa virtud. Por ese motivo siempre debemos evitar:
Llamar la atención allá donde vamos, con todo tipo de excentricidades.
Alardear de nuestra posición social, nivel intelectual, situación económica… delante de personas que no se encuentran en las mismas condiciones.
Poner en boca de terceros aquello que no nos atrevemos a decir personalmente.
Dejar que los demás decidan por nosotros.
Aparentar lo que no somos.
Creer que lo único importante es gozar de fama y reconocimiento social.


Mantener viva la ilusión
Si deseamos conservar la ilusión y el optimismo incluso en las situaciones más difíciles, no debemos olvidar las siguientes recomendaciones:
Mantener la confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades. No se trata de caer en el narcisismo, sino de intentar anteponer nuestras virtudes a aquellas limitaciones que pudiesen afligirnos.
Trabajar a diario por hacer realidad nuestros proyectos, sueños, etc., No podemos conformarnos con trabajar, comer y dormir, sino que debemos permitirnos hacer aquello que verdaderamente nos guste.
Esforzarnos por ver siempre la parte positiva de las cosas pues, a menudo, la realidad tiene dos caras.
Buscar aficiones que nos impidan caer en el aburrimiento y la monotonía.
Intentar ser independiente y no ilusionarnos simplemente con los proyectos de los demás. Tomar iniciativas puede darnos gran seguridad en nosotros mismos y en nuestras posibilidades.


Para alcanzar la inquietud intelectual
Existen infinidad de actividades que pueden ayudarnos a adquirir lo que podría denominarse «goce intelectual» y a beneficiarnos además de las virtudes y ventajas que esta inquietud puede aportarnos. Algunas de las «actitudes» que pueden ayudarnos a incrementar nuestro desarrollo intelectual son:
Afición a la lectura: No sólo de libros, sino de revistas, periódicos o informes que nos puedan ayudar a mantenernos a corriente de los temas de actualidad y de las principales problemáticas sociales.
Participación en todo tipo de actividades culturales: La visita a exposiciones o museos, el teatro, las conferencias… pueden ser buenos motivos para adquirir conocimientos y para fomentar la amistad con personas de inquietudes similares a las nuestras.
Interés y curiosidad por las más variadas temáticas: Mantener esta inquietud es la clave que nos animará a buscar toda la información posible sobre aquello que nos interese a través de actividades como las que acabamos de proponer o bien otras similares.
Relación con personas de interés y gustos parecidos: Es un método eficaz para seguir ampliando conocimientos sobre aquello que nos interesa.


Claves para estimular la humildad
Las claves para no caer en comportamientos que denoten falta de humildad o de modestia son:
Ser consciente de que se poseen virtudes, pero también defectos, y reconocerlos con total naturalidad sin menospreciarse por ello.
Diferenciar una crítica constructiva de un ataque injustificado y no dejarse amedrentar por reproches sin fundamente.
Saber qué lugar nos corresponde dentro de la familia, sociedad, etc., e intentar cumplir nuestra misión lo mejor posible sin pretender sustituir a otras personas.
Intentar en todo momento mejorar y superarnos sin dejarnos abatir por las adversidades.
Mostrar siempre nuestra auténtica cara sin máscaras ni disfraces.
Ser laboriosos e insistentes en nuestro intento de mejorar y crecer.
Amarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean para perdonarnos y perdonar los errores.
Ser delicados y tiernos con el prójimo.
Conservar la sencillez y accesibilidad que pueda ganarnos el respeto y cariño de quienes nos rodean.


Errores que impiden progresar en el conocimiento
El desarrollo del conocimiento y de la sabiduría exige mantener una mentalidad abierta que permita enriquecerse y nutrirse de las enseñanzas y experiencias personales, así como las de quienes nos rodean. Con este objetivo, debemos evitar:
Mantener una actitud hermética ante el mundo exterior, que impida descubrir cosas nuevas y ampliar conocimientos.
Considerar que la actividad intelectual exige demasiado esfuerzo y tiempo.
Aferrarse a las propias ideas sin dejar una puerta abierta al diálogo o al debate de las mismas.
Tomar decisiones y posicionarse antes de informarse todo lo posible sobre un asunto.
Dejar que sean otros quienes tomen las decisiones para no cometer errores.


 Cómo prepararse para superar la adversidad
Uno de los secretos para superar las adversidades consiste en disponer de la actitud mental adecuada. Debemos llenar nuestra mente de imágenes positivas y apartar de ella el miedo al fracaso, el temor al futuro y los remordimientos. Para ello, debemos adoptar frases esperanzadoras como las siguientes:
El hecho de que en este momento no vea una solución no significa que no existe.
No tengo ningún motivo para suponer que las cosas van a salir mal.
Si conservo la calma y la esperanza tengo más posibilidades de que todo se desarrolle como espero.
Si no consigo lo que pretendo no será por culpa mía, a veces las circunstancias no son las adecuadas.
Los pequeños problemas cotidianos no deben empañarme el resto de satisfacciones de la jornada.
Lo verdaderamente importante no es alcanzar el objetivo, sino emplear todas las fuerzas en hacerlo.
Debo confiar plenamente en el éxito, sólo así tendré la actitud adecuada para alcanzarlo.
El hecho de que en una ocasión algo saliese mal no significa que las cosas siempre vayan a ser de ese modo.


Despertar la ternura 
Con objeto de que los niños valoren la importancia de conservar la delicadeza, la ternura y la comprensión en el trato con los demás, es vital:
Enseñar con el ejemplo que la delicadeza constituye el mejor modo de ganarse el aprecio, la amistad y el amor de quienes nos rodean.
Alentar el respeto al prójimo y, en particular, a las personas ancianas o especialmente vulnerables.
Inculcar la idea de que la crispación y la violencia no están justificadas en ningún caso y no contribuyen a resolver los problemas.
Argumentar que la ternura es una muestra de madurez, autocontrol y fortaleza, mientras que la cólera oculta una enorme inseguridad y temor.
Recordar que si tratamos con ternura y comprensión a quienes nos rodean, también ellos respetarán y aceptarán nuestras opiniones y comportamientos.
Insistir en que es mejor callar antes que pronunciar una frase insultante o un gesto irrespetuoso.
Inclinarse por la comprensión y la tolerancia como actitudes para garantizar la convivencia pacífica.


Formarse en el sentido de urbanidad
Ser tolerante en nuestros pensamientos y juicios sobre otras personas.
Recordar que nuestras opiniones y conductas no son las únicas que pueden defenderse.
Tener presente que el uso de la libertad no puede justificar comportamientos insolidarios, ofensivos o ultrajantes hacia otras personas.
Inculcar a los más pequeños que el respeto a los demás y al entorno natural son valores fundamentales que deben desarrollar.
Conciliarnos de que el diálogo y el uso de la razón son mejores armas de persuasión que el empleo de la fuerza.
Recordar que somos parte integrante de la naturaleza y que debemos esforzarnos por conservar y respetar nuestro hábitat.

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