Una vieja historia cuenta que unos exploradores se dirigían hacia un  destino fascinante pero aún desconocido en África. Tenían mucha prisa  por llegar a él. Presionaban a los nativos a los que habían tomado como  portadores para que se dieran cada vez más prisa, diciéndoles: "Deprisa,  deprisa, deprisa."
Continuaron presionándoles durante días hasta que, una mañana, los porteadores se sentaron y se negaron a continuar. A los exploradores no les sirvió de nada gritarles y meterles más prisa. Los hombres se limitaron a sentarse tranquilamente. Finalmente, se levantaron y continuaron la marcha. La explicación que ofrecieron para este inesperado descanso fue: "Estábamos esperando a que nuestras almas nos alcanzaran."
Continuaron presionándoles durante días hasta que, una mañana, los porteadores se sentaron y se negaron a continuar. A los exploradores no les sirvió de nada gritarles y meterles más prisa. Los hombres se limitaron a sentarse tranquilamente. Finalmente, se levantaron y continuaron la marcha. La explicación que ofrecieron para este inesperado descanso fue: "Estábamos esperando a que nuestras almas nos alcanzaran."
"¡Miradme!" –fanfarroneó un esbelto súper abuelo, mientras se daba  palmadas en sus potentes músculos abdominales. Acababa de hacer cien  flexiones para mostrar su fortaleza a un grupo de jóvenes. "¡Estoy igual  de en forma que cuando era joven! ¿Sabéis por qué? Porque no fumo, no  bebo, no me acuesto tarde y no voy con mujeres."
El viejo sonrió a los jóvenes, mostrándoles sus blancos dientes nacarados y sus ojos brillantes. "¡Y mañana celebraré mi 90 cumpleaños! "¿De verdad?"- dijo uno de los jóvenes "¿Y cómo lo hará exactamente?"
El viejo sonrió a los jóvenes, mostrándoles sus blancos dientes nacarados y sus ojos brillantes. "¡Y mañana celebraré mi 90 cumpleaños! "¿De verdad?"- dijo uno de los jóvenes "¿Y cómo lo hará exactamente?"
El escorpión no sabía nadar y se le planteaba un gran problema: tenía  que cruzar el río Vagó por la orilla nervioso, pensando en un modo de  cruzar el río. No obstante, no podía poner en práctica ninguna de las  ideas que se le ocurrían. El escorpión continuó pensando, desesperado y  deprimido.
Después de un rato, se encontró con una rana que estaba croando sobre  un nenúfar. Al escorpión se le ocurrió una idea: le preguntó a la rana  si sería tan amable de llevarlo al otro lado del río montado en su  espalda.
La rana dudó durante un buen rato y finalmente respondió: "¿Y qué  pasará si me picas en mitad del río y nos hundimos los dos: yo a causa  de tu picadura y tú por no saber nadar." El escorpión volvió a insistir:  "¿Y por qué iba a hacer eso? No te picaré porque se trata del interés  de ambos." 
La rana tomó al escorpión en su espalda y comenzó a nadar para cruzar  el río. El viaje se estaba desarrollando tranquilamente y la otra  orilla se aproximaba rápidamente cuando, de repente, la rana notó una  extraña picadura en su espalda. La asustada rana preguntó: ¿Por qué me  has picado a pesar de que prometiste no hacerlo?" El escorpión contestó:  "No puedo evitarlo, es mi naturaleza." Y en cuestión de unos momentos,  ambos se hundieron hasta el fondo del río…
El columnista Sydney Harris relató la historia de cuando visitó un  puesto de periódicos junto a un amigo. Su amigo saludó al vendedor de  forma educada y recibió a cambio un trato grosero. El vendedor le tiro  prácticamente el periódico a la cara enfadado. El amigo de Harris sonrió  educadamente y le deseó un buen día al vendedor. Los dos amigos  continuaron su camino y Harris le preguntó: "¿Te trata siempre así de  mal?" 
Su amigo le respondió: "Sí, me temo que sí."
Harris contestó: "¿Y tu eres siempre tan educado y agradable con él?"
Su amigo le respondió: "Sí, lo soy."
Harris continuó: "¿Pero por qué eres tan agradable con él si él es tan desagradable contigo?"
La respuesta de su amigo fue: "Porque no voy a dejar que su actitud determine mi modo de actuar.
Su amigo le respondió: "Sí, me temo que sí."
Harris contestó: "¿Y tu eres siempre tan educado y agradable con él?"
Su amigo le respondió: "Sí, lo soy."
Harris continuó: "¿Pero por qué eres tan agradable con él si él es tan desagradable contigo?"
La respuesta de su amigo fue: "Porque no voy a dejar que su actitud determine mi modo de actuar.
 
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario