Pablo Neruda
 (Seudónimo  de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto; Parral, Chile, 1904-Santiago de  Chile, 1973) Poeta chileno. Comenzó muy pronto a escribir poesía, y en  1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el  seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Jan Neruda, nombre  que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.
(Seudónimo  de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto; Parral, Chile, 1904-Santiago de  Chile, 1973) Poeta chileno. Comenzó muy pronto a escribir poesía, y en  1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el  seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Jan Neruda, nombre  que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.Su  madre murió sólo un mes más tarde de que naciera él, momento en que su  padre, un empleado ferroviario, se instaló en Temuco, donde el joven  Pablo Neruda cursó sus primeros estudios y conoció a Gabriela Mistral.  Allí también comenzó a trabajar en un periódico, hasta que a los  dieciséis años se trasladó a Santiago, donde publicó sus primeros poemas  en la revista Claridad. 
Tras publicar algunos libros de poesía, en 1924 alcanzó fama internacional con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto con Tentativa del hombre infinito,  distingue la primera etapa de su producción poética, señalada por la  transición del modernismo a formas vanguardistas influidas por el  creacionismo de Vicente Huidobro. 
Los  problemas económicos indujeron a Pablo Neruda a emprender, en 1926, la  carrera consular que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java,  Singapur y, entre 1934 y 1938, en España, donde se relacionó con García  Lorca, Aleixandre, Gerardo Diego y otros componentes de la llamada  Generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde para la Poesía.  Desde su primer manifiesto tomó partido por una «poesía sin pureza» y  próxima a la realidad inmediata, en consonancia con su toma de  conciencia social.

Pablo Neruda
En tal sentido, Neruda apoyó a los republicanos al estallar la guerra civil y escribió España en el corazón.  Progresivamente sus poemas experimentaron una transición hacia formas  herméticas y un tono más sombrío al percibir el paso del tiempo, el caos  y la muerte en la realidad cotidiana. 
De  regreso en Chile, en 1939 Neruda ingresó en el Partido Comunista y su  obra experimentó un giro hacia la militancia política que culminó con la  exaltación de los mitos americanos de su Canto general. En 1945  fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de  Literatura de Chile. Al mismo tiempo, desde su escaño de senador utilizó  su oratoria para denunciar los abusos y las desigualdades del sistema.  Tal actitud provocó la persecución gubernamental y su posterior exilio  en Argentina.
De  allí pasó a México, y más tarde viajó por la URSS, China y los países  de Europa Oriental. Tras este viaje, durante el cual Neruda escribió  poemas laudatorios y propagandísticos y recibió el Premio Lenin de la  Paz, volvió a Chile. A partir de entonces, la poesía de Pablo Neruda  inició una nueva etapa en la que la simplicidad formal se correspondió  con una gran intensidad lírica y un tono general de serenidad. 
Su  prestigio internacional fue reconocido en 1971, año en que se le  concedió el Premio Nobel de Literatura. El año anterior Pablo Neruda  había renunciado a la candidatura presidencial en favor de Salvador  Allende, quien lo nombró poco después embajador en París. Dos años más  tarde, ya gravemente enfermo, regresó a Chile. De publicación póstuma es  la autobiografía Confieso que he vivido.
Diseminada  en miles de versos ha quedado para la posteridad la biografía, íntima y  pública, secreta y militante, del gran poeta chileno Pablo Neruda. Nos  legó además la crónica de sus días agitados y viajeros en unas líricas  memorias tituladas Confieso que he vivido, y sobre su figura han  escrito numerosos amigos del escritor, su apasionada viuda Matilde  Urrutia y centenares de críticos e historiadores.
La  abrumadora personalidad de este hombre de credo comunista, resuelta y  tozuda hasta el sacrificio por todo aquello en lo que creía, estalla en  su obra con un aliento vital que apenas deja entrever las muchas  tribulaciones y las muchas horas sombrías que hubo de atravesar. Para  algunos que lo conocieron, especialmente para aquéllos que compartieron  con él la lucha contra la miseria y la opresión de los pueblos, Pablo  Neruda gozó del carisma excepcional de aquellos elegidos a quienes  encaja como un guante la palabra ejemplaridad; pero para la mayoría de  los lectores que no gozaron de la fortuna de su abrazo, el poeta será  siempre aquel personaje tímido, invisible y agazapado que se ocultaba  tras los barrotes horizontales y tenues de sus lindas canciones de amor.

Pablo Neruda
Nacido  en 1904 en Parral con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes  Basoalto, Neruda se sintió durante toda su vida profundamente enraizado  en su tierra chilena pese a haber llevado una existencia de viajero  incansable. Su madre, Rosa Basoalto, murió de tuberculosis poco después  de dar a luz, y su padre, conductor de un tren que cargaba piedra, José  del Carmen Reyes Morales, se casó dos años después con Trinidad Cambia  Marverde, de quien Neruda escribiría: "Era una mujer dulce y diligente,  tenía sentido del humor campesino y una bondad activa e infatigable".  Para el pequeño Neftalí fue su nueva madre como el hada buena; tuteló al  muchacho con una solicitud incluso mayor que su auténtico padre, con  quien, en su adolescencia, no tardaría en mantener graves disputas.
Residiendo  en Temuco, ingresó en el Liceo de la ciudad en 1910, y cuando aún no  había salido de esta institución, el 18 de julio de 1917, pudo leer  emocionadamente en un periódico local, La Mañana, el primero de sus  artículos publicados, que tituló "Entusiasmo y perseverancia". Para  entonces había tenido la suerte de conocer a una imponente señora,  "alta, con vestidos muy largos", que no era otra sino la célebre poetisa  Gabriela Mistral, quien le había regalado algunos libros de Tolstoi,  Dostoievski y Chéjov, decisivos en su primera formación literaria.
No  obstante, su padre se oponía abiertamente a que siguiera esta vocación,  de modo que cuando el 28 de noviembre de 1920 obtuvo el premio de la  Fiesta de Primavera de Temuco, el joven poeta ya firmaba sus poemas con  seudónimo, un ardid para desorientar a su progenitor. El nombre elegido,  Neruda, lo había encontrado por azar en una revista y era de origen  checo; no sabía que se lo estaba usurpando a un colega, un lejano  escritor que compuso hermosas baladas y que posee un monumento erigido  en el barrio de Mala Strana de Praga.
Cuando  concluye sus estudios en el Liceo pasa a Santiago para seguir la  carrera de profesor de francés en el Instituto Pedagógico, pero continúa  preparando libros de versos. Al poco tiempo se vincula a la revista  Juventud de la Federación de Estudiantes, donde toma contacto con el  movimiento anarquista y, en particular, con uno de los líderes del  grupo, formidable y valeroso, llamado Juan Gandulfo. En 1922, habiendo  trabado una buena amistad, que se revelaría fecunda y duradera, con el  director de la revista Claridad, se incorpora a su redacción, y así  comienza a escribir como un poseso hasta cinco poemas diarios. Al año  siguiente edita a sus expensas su primer libro de poemas, Crepusculario.
Para  poder pagarse esta publicación, Pablo Neruda, por entonces un joven  ávido de lecturas y de vida, extravagante y delgado, vestido a lo poeta  bohemio del siglo XIX con un traje negro, debe vender sus muebles,  empeñar el reloj que le ha regalado su padre y recibir la ayuda in extremis  de un crítico generoso. Este último, un tal Allone, se prestó a saldar  la deuda cuando el editor se negó a entregar un solo ejemplar antes de  que estuviera satisfecha completamente la factura.

Neruda y Nicolás Guillén en el Aula Magna
de la Universidad de La Habana (1960)
Crepusculario  fue en realidad una miscelánea de otros proyectos, una reordenación  precipitada de poemas que inmediatamente dejaron insatisfecho al autor. A  partir de entonces Neruda se entregó, con más ahínco si cabe, a la  confección de otro libro, éste sí, orgánico y mucho más personal, que  terminaría publicándose en 1924 con el título Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Diplomático por Asia
A  partir de esta época la politización de la poesía de Neruda será  progresivamente mayor y, paralelamente, su vida se verá enfrentada a  adversas circunstancias económicas. De momento, al abandonar sus  estudios, su padre le retira toda ayuda material, por lo que abraza la  esperanza de conseguir algún cargo diplomático. Sin embargo, todo lo que  obtiene en 1927 es un oscuro y remoto destino consular en Rangún,  Birmania.
Allí,  en aquellas tierras fantásticas, "entre hombres que adoran la cobra y  la vaca", conoció Pablo Neruda a la tan bella como peligrosa Josie  Bliss, una nativa que sin embargo vestía a la manera inglesa. Tras  visitar en su compañía los más exóticos rincones de aquellas tierras, se  trasladó a vivir a casa de ella, pero pronto la muchacha trocó su  dulzura en celos, y la vida de la pareja se hizo intolerable. "Sentía  ternura hacia sus pies desnudos", escribió el escritor, pero también  contó cómo Josie le escondía las cartas y cómo, en una ocasión, se  despertó sobresaltado y la encontró vestida de blanco, al otro lado del  mosquitero, tenebrosa, blandiendo un cuchillo mortífero y sin  determinarse a asestar el golpe fatal: "Cuando te mueras se acabarán mis  temores", balbuceó con amargura la mujer enferma.
Asustado,  Pablo Neruda no tardó en huir de aquella situación que cada vez se  volvía más amenazante, y cuando recibió un telegrama en el que se le  comunicaba su traslado a Ceilán, preparó el viaje en el más absoluto  secreto y se marchó sin despedirse, abandonando en el desolado hogar de  Josie sus ropas y sus libros.
Ejerció  durante un año de cónsul en Colombo (Ceilán, actual Sri Lanka) y en  1929 fue trasladado a Singapur. Su inquietud por las culturas  indostaníes y la política lo llevó a asistir al Congreso Panhindú,  celebrado en Calcuta en 1929. En 1930, Pablo Neruda se casó con María  Antonieta Hagenaar, una joven holandesa con la que regresó a Chile dos  años después y que le dio una hija, Malva Marina, el 4 de octubre de  1934. Ese mismo año, y tras haber conocido a Federico García Lorca en  Buenos Aires, se trasladó a España para hacerse cargo del consulado  chileno en Barcelona. En España desarrolló una intensa actividad  cultural y conoció a poetas de la generación del 27 como Miguel  Hernández, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre o Manuel Altolaguirre.
Neruda en España
Su  integración en aquel Madrid pletórico de pasiones políticas se  acrecentó al año siguiente, pues en febrero de 1935 se hizo cargo del  consulado de Chile en la capital española. En Madrid apareció aquel año  la revista literaria Caballo Verde para la Poesía, dirigida por el  poeta. También allí dio a la imprenta una de sus obras más célebres, Residencia en la Tierra, y conoció a su segunda esposa, Delia del Carril.
La  trayectoria española de Neruda tomó tintes dramáticos cuando el 18 de  julio de 1936 dio comienzo la terrible guerra civil que enfrentó a "las  dos Españas". Uno de los primeros hechos sangrientos de aquella lucha  fue el fusilamiento de Federico García Lorca. Abandonó la península  Ibérica en pleno conflicto bélico y se dirigió a París, desde donde  participó activamente en actos de solidaridad con la República y el  pueblo español. Tras su regreso a Chile, en 1937, prosiguió su actividad  combativa con la publicación de España en el corazón.
En  1938, Ediciones Ercilla dio a la luz una recopilación de sus obras.  Aquel año falleció su padre en Temuco y poco después, su madrastra. En  octubre triunfó en las elecciones generales chilenas el Frente Popular.  Mientras, en Cataluña, se editaba España en el corazón.
La  Guerra Civil española concluyó en 1939 con la derrota de los  republicanos. Neruda solicitó, y obtuvo, el nombramiento de cónsul para  la inmigración española. Con la idea de ayudar en lo posible a los  derrotados, viajó a París y desde allí organizó una expedición de  españoles a bordo del vapor Winnipeg que llegó a Valparaíso a finales de  año. El poeta regresó de nuevo a Chile en 1940, cuando ya había  comenzado la Segunda Guerra Mundial, pero permaneció poco tiempo en su  país, pues en agosto se incorporó a un nuevo destino diplomático, el  consulado general de Chile en México. Desde allí viajó a Cuba. En 1942  publicó América, no invoco tu nombre en vano, que después fue incorporado al Canto general; ese año sufrió la pérdida de su hija, Malva Marina, que falleció en Europa.
Política, exilio y reconocimiento
A  partir de 1946, su actividad política se desarrollaría en su propia  patria, donde fue elegido senador de la República por las provincias de  Tarapacá y Antofagasta. Ese mismo año obtuvo también en Chile el Premio  Nacional de Literatura, pero no tardarían en complicársele las cosas  cuando hizo pública su enérgica protesta por la persecución  desencadenada contra los sindicatos por el presidente González Videla.  La lectura ante el Senado de su alegato Yo acuso motivó que se  ordenara su detención y sólo gracias al refugio que le ofrecieron sus  allegados logró Neruda evitarla y salir del país el 24 de febrero de  1949.
Durante el tiempo en que estuvo oculto preparó otra de sus obras mayores, Canto general,  que, aparte de distribuirse clandestinamente en Chile, se editará en  México en 1950 con ilustraciones de los grandes muralistas Siqueiros y  Diego Rivera, poco antes de que se le conceda, junto a Picasso y al  poeta turco Nazim Hikmet, el Premio Internacional de la Paz. Comienza  entonces un doloroso destierro, cuya tristeza apenas puede ser enjugada  por los numerosos homenajes, calurosas recepciones e importantes  galardones con que se reconocen sus méritos como poeta y como hombre  íntegro. En 1951 inició un viaje por Italia, país en el que fijó su  residencia al año siguiente. En Capri escribió Las uvas y el viento.  Después de un viaje por Europa, al ser revocada su orden de detención  en Chile, pudo regresar a su casa en agosto del 1952. Su retorno fue  motivo de múltiples homenajes públicos. En este periodo difícil del  destierro había venido en su auxilio una mujer, la que sería su  compañera hasta su muerte: Matilde Urrutia.

En Italia con Matilde Urrutia
Los  años siguientes fueron de permanencia en Chile. Organizó en Santiago el  Congreso Continental de Cultura, al que acudieron notables  personalidades como Diego Rivera, Jorge Amado y Nicolás Guillén. Dictó  conferencias en la Universidad de Chile, institución a la que hizo  donación de su biblioteca personal. Esta relación con la Universidad dio  origen a la creación de la Fundación Neruda para el Desarrollo de la  Poesía. En su vida privada fueron tiempos agitados, pues se separó en  1956 de Delia del Carril para unirse sentimentalmente con Matilde  Urrutia, que fue a vivir a su nueva casa, La Chascona. Sus obras seguían  apareciendo a buen ritmo, con publicaciones intermitentes, en Buenos  Aires por Losada y en Santiago por Nascimento: Viajes, Nuevas odas elementales y Oda a la tipografía, entre otras. En 1957 Losada publicó sus Obras completas en papel biblia y, en los años sucesivos, Cien sonetos de amor, Tercer libro de las odas y Navegaciones y regresos. En 1958 aparece editada otra de sus obras más notables, una de las preferidas del poeta, Estravagario. "Por su irreverencia (escribió Neruda) es mi libro más íntimo".
El  incansable viajero sintió de nuevo la llamada de Europa y en 1965 se  trasladó a ese continente, donde recibió nuevos honores. La Universidad  de Oxford le nombró doctor honoris causa en Filosofía y Letras.  En Hungría se entrevistó con Miguel Ángel Asturias. En 1966 viajó a  Estados Unidos invitado a la reunión del Pen Club. Realizó ese año una  interesante incursión en el arte dramático con su obra Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, que fue estrenada en Santiago en 1967 por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.
La  vinculación de Neruda con la política tuvo su punto culminante en el  año 1970, cuando el Partido Comunista lo designó candidato a la  presidencia de Chile, pero el poeta no dudó en renunciar para dar todo  su apoyo a Salvador Allende, a quien secundó decididamente en su campaña  electoral. Llegado al poder el gobierno de Unidad Popular en 1970,  recibió el nombramiento de embajador en París.

Neruda con Salvador Allende y su
biógrafo, Volodia Teitelboim
En  1971, Pablo Neruda se convirtió en el tercer escritor latinoamericano y  en el segundo chileno que obtenía el Premio Nobel de Literatura, pero  su encumbramiento literario no le impidió continuar activamente en la  defensa de los intereses chilenos. En Nueva York, aprovechando la  reunión del Pen Club, denunció el bloqueo estadounidense contra Chile.  Tras renunciar a su cargo de embajador en Francia, regresó a Santiago,  donde fue pública y multitudinariamente homenajeado en el Estadio  Nacional.
En  la cúspide de la fama y del reconocimiento también lo esperaban horas  amargas. En 1973, el 11 de septiembre, fue sorprendido por el golpe  militar contra el presidente Salvador Allende. Profundamente afectado  por la nueva situación, no pudo resistir la tragedia y el 23 de  septiembre murió en Santiago. El mundo no tardó en enterarse, entre la  indignación, el estupor y la impotencia, de que sus casas de Valparaíso y  de Santiago habían sido brutalmente saqueadas y destruidas. Sus  funerales se desarrollaron en medio de una gran tensión política. Tras  su muerte vieron la luz los poemarios que había escrito antes de morir: Jardín de invierno, 2000, El corazón amarillo, Libro de las preguntas, Elegía y Defectos escogidos, todas ellos editadas por Losada en Buenos Aires en 1974. En Barcelona apareció su última obra, la autobiografía Confieso que he vivido.
Cualesquiera  que sean las objeciones que pueda suscitar su posición política y el  efecto de la misma sobre su obra, Neruda es, sin duda, el poeta de mayor  prestigio de Hispanoamérica y uno de los valores excepcionales de la  poesía continental americana. Su poesía ejerció una enorme influencia  que ha sido particularmente perceptible en la poesía chilena moderna, ya  en su aspecto social (Efraín Barquero, Gonzalo Rojas) ya por  profundizar en los parajes poéticos descubiertos por Neruda (Juvencio  Valle o Miguel Arteche). Pero la importancia de Neruda dentro de la  poesía americana es semejante a la que en su tiempo tuvo Rubén Darío;  como el nicaragüense, también Neruda ha influido hondamente en todo el  ámbito hispano, incluyendo la poesía española contemporánea.
Los inicios
Como  rasgo de conjunto, la obra de Pablo Neruda se caracteriza desde un  punto de vista estilístico por la audacia verbal y la originalidad. Las  formas simbolistas y modernistas las representa primordialmente el libro  Crepusculario (1923). Pero pronto su poesía empieza a tener un valor excepcional y surgen las formas que habrán de ser genuinas en obras como El hondero entusiasta (escrito hacia 1923, pero no publicado hasta 1933), Tentativa del hombre infinito (1925) y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924).  Hay en estos poemas una actitud sentimental. El poeta exalta la mujer,  la angustia, la tristeza, la ausencia y el recuerdo.

Pablo Neruda
Son  todavía poemas autobiográficos y están invadidos por una gran  melancolía: "Puedo escribir los versos más tristes esta noche" el poeta  canta la soledad acompañada sólo de sus palabras, antes de que la  llenara el recuerdo de la amada: "Antes que tú poblaron la soledad que  ocupas / y están acostumbradas más que tú a mi tristeza" la  desesperación: "Soy el desesperado, la palabra sin ecos, / el que lo  perdió todo y el que todo lo tuvo" la tristeza: "He dicho que cantabas  en el viento / como los pinos y como los mástiles. / Como ellos eres  alta y taciturna. / Y entristeces de pronto, como un viaje".
Pero  además de ese acento de infinita melancolía, ya en estas obras Neruda  da una dimensión cósmica, desmesurada, a los términos de comparación:  "Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, / te pareces al mundo  en tu actitud de entrega". Cualquier sensación queda siempre vinculada a  un elemento, a un acontecimiento cósmico. Arrastrado por su  impetuosidad, el poeta buscará la comparación con todo lo que sea  grande: montañas, ríos, viento, mar, fuego, noche. La amiga encontrada  en el crepúsculo conservará el fuego del día que acaba de fenecer  ("llena de las vidas del fuego, / pura heredera del día destruido"), o  las raíces de la noche crecerán de súbito desde su alma.
Al  lado de estas imágenes grandiosas encontramos otras con elementos  concretos y materiales, como si el poeta procurara evitar a toda costa  la idealización en un afán por mantenerse dentro de lo elemental: "Para  sobrevivirme te forjé como un arma, / como una flecha en mi arco, como  una piedra en mi honda", "cuerpo de piel, de musgo", "brazos de piedra",  etc. Esta fuerza elemental y cósmica es lo que proporciona interés a  esta poesía. La amada llega a confundirse, en la pasión del poeta, con  la tierra: "Mi cuerpo de labriego salvaje te socava / y hace saltar al  hijo del fondo de la tierra", "En ti los ríos cantan y mi alma de ellos  huye". Así, Neruda busca siempre la materialización de sus sensaciones,  ya sea en cosas muy concretas, ya sea en imágenes gigantes: la amada  tendrá ojos oceánicos; jugará con la luz del universo; el amor tendrá  lugar bajo el viento ("Innumerable corazón del viento / latiendo sobre  nuestro silencio enamorado"). Pero a su vez las palabras serán como las  yedras, los besos como un vestido, la cabeza un racimo, etcétera.
Y,  junto a todo ello, la imagen centelleante, de clara procedencia  modernista: "las flechas latientes de los pájaros", las palabras  adelgazadas "como las huellas de las gaviotas en las playas", la noche  que desparrama "espigas azules" sobre el campo, la comparación de la  amada con una "abeja blanca", la alegría del canto como "un campanario  en las manos de un loco", los crepúsculos como "abanicos gigantes",  "cruces azules", "árboles de luz", "sonrisa del agua". Toda esta poesía  de raíz romántica se caracteriza por su profundidad y por su  desesperación. Hay en ella algo que nos anuncia ya al poeta de Residencia en la Tierra:  la angustia constante, la violencia, los saltos de un concepto a otro,  la falta de transición entre las situaciones. También lo que se ha  llamado "feísmo" se anuncia ya en estos poemas.
Residencia en la Tierra
Con la aparición de Residencia en la Tierra  cambia completamente el panorama de la poesía de Pablo Neruda: se torna  difícil y hermética. El filólogo Amado Alonso puso en claro los  problemas de Residencia en la Tierra en su obra Poesía y estilo de Pablo Neruda. Interpretación de una poesía hermética (1940). De acuerdo con Amado Alonso, y al contrario de los anteriores, Residencia en la Tierra  es un libro de poesía objetiva, en el sentido de que, aunque el poeta  nos ofrezca su propia visión del mundo, lo hace sin mezcla de  situaciones personales, sin hacer autobiografía.
La  soledad, la desesperación, la angustia, se acentúan en estos poemas; el  autor ve el mundo como un naufragio total, como una destrucción  constante, como una desintegración incontenible. La retina del poeta  ("como un párpado atrozmente levantado a la fuerza") ve cómo todo fluye  ("agua feroz mordiéndose y sonando") hacia la muerte y la  descomposición: las cosas más heterogéneas, en su misma heterogeneidad,  no hacen sino representar al universo todo: "Como cenizas, como mares  poblándose, / en la sumergida lentitud, en lo informe, / o como se oyen  desde lo alto de los caminos / cruzar las campanadas en cruz, / ... y el  perfume de las ciruelas que rodando a tierra / se pudren en el tiempo,  infinitamente verdes".
"No  hay página de Residencia en la Tierra (dice Amado Alonso) donde falte  esta terrible visión de lo que se deshace... Los ojos de Pablo Neruda  son los únicos en el mundo constituidos para percibir con tanta  concreción la invisible e incesante labor de autodesintegración a que se  entregan todos los seres vivos y todas las cosas inertes, por debajo y  por dentro de su movimiento o de su quietud. Son los únicos condenados a  ver el drama "del río que durando se destruye", verso espléndido donde  se encierra la imagen definitiva de esta dolorosa visión de la  realidad".
Las  cosas se empujan a sí mismas y el poeta intenta expresar y describir  este caos; de ahí esta imagen múltiple que encontramos constantemente en  sus composiciones. La poesía se hunde en la misma materia y se deja  arrebatar por ella: "o sueños que salen de mi corazón a borbotones, /  polvorientos sueños que corren como jinetes negros, / sueños llenos de  atrocidades y desgracias". Así surge esta poesía tumultuosa, de  alucinación, de urgencia y de aluvión. Estas materias, además, están ya  rotas, polvorientas, sucias, desvencijadas. Por este motivo se ha  calificado de "feísta" a esta poesía.

Residencia en la Tierra  es una visión de la realidad y del mundo muy parecida a ciertas formas  de la pintura vanguardista. Amado Alonso nota acertadamente que en este  período de la poesía de Pablo Neruda hay un predominio del sentimiento  sobre la realidad, es decir, que el sentimiento del poeta pugna por  encontrar una imagen o comparación en el mundo real, comparación que a  menudo sale fragmentada, barajada o caótica. Por esta razón su poesía  está llena de incoherencias "objetivas y racionales".
El  poeta se ve obligado a repetir, a precisar, porque él mismo tiene  conciencia de que la representación del sentimiento no es como debería  ser: vemos cómo intenta expresar una sensación a base de dos, tres y  hasta cuatro imágenes, en busca siempre de una precisión, de una  representación adecuada. Sus poemas son a la vez borradores y lecciones  definitivas que nos ilustran acerca de su quehacer poético y de cómo la  palabra va penetrando en la realidad. El mismo poeta dice: "pero de otra  manera", "no sé si se me entiende", "pero no es eso", cuando se da  cuenta de que no acierta. Ahora bien, esta incoherencia, estas "imágenes  ensayadas" (como las llama Amado Alonso) constituyen la visión que del  mundo tiene Neruda, constituyen lo esencial de su poesía. El poeta no  podría expresarse de otra manera: tiene que atender a lo caótico, al  tumulto de las cosas, a las sensaciones simultáneas.
La  técnica estilística de Pablo Neruda tiene su origen en el surrealismo:  imágenes ilógicas, símbolos oscuros, enumeración caótica, libres  asociaciones. Todo ello unido a su peculiar visión del mundo y a su  sintaxis hace de esta obra un caso digno de la mayor atención. Pueden  destacarse de Residencia en la Tierra los poemas "Galope muerto",  "Arte poética", "Entierro en el Este", "El fantasma del buque de  carga", "Barcarola", "Enfermedades en mi casa", "Oda con un lamento",  "Entrada a la madera", "Apogeo del apio", "Estatuto del vino", "Oda a  Federico García Lorca" y "El reloj caldo en el mar". Residencia en la Tierra  es un libro esencialmente materialista (como lo indica el título). El  poeta, como ya hizo en obras anteriores, evita siempre idealizar y sus  comparaciones o tienen un carácter gigantesco, desmesurado y monstruoso o  se refieren a cosas cotidianas, vulgares, que dentro del ímpetu que  lleva en sí esta poesía adquieren un extraño valor simbólico y nos  sumergen en una atmósfera angustiosa. Muchos de los poemas de Residencia en la Tierra tienen un carácter eminentemente social, y su preferencia por las cosas vulgares y cotidianas prenuncian ya al poeta de las Odas elementales. Podríamos decir que Neruda canta, en este libro, las cosas vulgares con tono épico.
Canto General
Esta característica continuará en los primeros poemas del volumen titulado Tercera Residencia. Pero en los poemas "Las furias y las penas", "Reunión bajo las nuevas banderas", en España en el corazón y en los poemas alusivos a la Guerra Mundial incluidos en Tercera Residencia,  Neruda encuentra la materia para su canto épico: a partir de este  momento, el poeta será el cantor del movimiento comunista. Sus cantos  tendrán la grandeza de la lucha, del fuego y del fervor incondicional.  Esta poesía comprometida fluye directa, sin las vacilaciones de Residencia en la Tierra,  llena de exclamaciones y de imágenes deslumbrantes. El universo de  Pablo Neruda tiene ya un sentido, su poesía propone un ideal.
Pero donde Pablo Neruda llega a la total posesión del objetivo bajo la forma de un ideal es en el extenso poema Canto General,  terminado de escribir en 1949. El poema se divide en quince partes. En  la primera, "La lámpara en la tierra", canta el nacimiento de la  vegetación en las tierras americanos: el jacarandá, la araucaria, los  alerces, el ceibo, el tabaco ("El tabaco silvestre alzaba / su rosal de  aire imaginario"), el maíz ("Como una lanza terminada en fuego, /  apareció el maíz"); la aparición de las bestias, de los pájaros; la  formación de los ríos ("Amada de los ríos, combatida / por agua azul y  gotas transparentes, / eras tatuada por los ríos"), de los minerales y  de los hombres.
Esta  primera parte es el canto de la formación de América, y tiene toda la  grandeza que merece el tema. El tono épico aparece constantemente  transitado por formas de un exquisito lirismo. Toma semejante desarrollo  la segunda parte, "Alturas de Macchu Picchu", exaltación de la  naturaleza ya formada, pero todavía virgen, de la América amada por el  poeta: "más abajo, en el oro de la geología, / como una espada envuelta  en meteoros, / hundí la mano turbulenta y dulce / en lo más genital de  lo terrestre". Estas alturas son símbolo de la pureza perdida, son lo  más representativo del continente: "Puse la frente entre las olas  profundas, / descendí como gota entre la paz sulfúrica, / y, como un  ciego, regresé al jazmín / de la gastada primavera humana". El tema de  la América virginal e intacta se repetirá en Odas elementales.
La  tercera parte lleva por título "Los Conquistadores": esta América pura e  intacta es destruida por los conquistadores. El poeta los acusa  duramente y los insulta: a Cortés, a Alvarado, a Ximénez de Quesada o a  Valdivia, porque a su parecer sumergieron las tierras americanas en una  profunda agonía. Viene a continuación la exaltación de "Los  libertadores", título de la cuarta parte. Neruda pondera la acción de  los primeros indígenas (Cuauthémoc, Caupolicán, Lautaro), de los  insurrectos del siglo XIX (O'Higgins, San Martín, Sucre, Martí) y de los  líderes del Partido Comunista. "La arena traicionada", quinta parte, es  un alegato contra todos los que, a juicio del poeta, han intentado  corromper América: dictadores, poetas, literatos, diplomáticos,  exploradores o compañías anónimas. La sexta, titulada "América, no  invoco tu nombre en vano" desarrolla temas parecidos al canto anterior.

"Canto  general de Chile" es el título de la séptima parte y constituye una  evocación de la patria, de los amigos y de las luchas, mientras que la  octava, "La Tierra se llama Juan", contiene piezas dedicadas a los  revolucionarios, que el poeta, en el poema final, simboliza en Juan, el  trabajador anónimo. En la novena, "Que despierte el leñador", Neruda se  pronuncia contra los dictadores y la influencia tutelar americana. La  décima, "El fugitivo", se ocupa el destierro y de la peregrinación del  poeta. "Las flores de Punitaqui", undécima parte, trata problemas  enfocados desde el punto de vista social; la duodécima, "Los ríos del  canto", contiene cartas y conmemoraciones, y la decimotercera, "Coral de  Año Nuevo para la patria en tinieblas", es a la vez recuento de luchas e  invitación al combate.
En  la parte decimocuarta, "El gran océano", el poeta retoma el canto a  América, a su grandeza, a su vegetación y geografía, y en el  decimoquinto,"Yo soy", da fe de sí mismo y de sus actividades. Cierran  este canto y el libro unos testamentos ("Dejo a los sindicatos / del  cobre, del carbón y del salitre / mi casa junto al mar de Isla Negra"),  unas disposiciones ("Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al  mar que conozco"), y un "explicit" donde declara la causa del canto y la  fecha en que fue terminado.
Última etapa
Canto general  es un libro complejo, con toda la grandeza que tiene la poesía de  Neruda, pero a la vez con todo el lastre que lleva siempre la poesía  comprometida. A partir del Canto la obra de Neruda parece emprender un nuevo rumbo. Desde Todo el amor (1953), poema puramente amoroso, pasando por Las uvas y el viento  (1954), que levantó polémicas (lo escribió en Capri y canta "la  libertad del viento, la paz entre las uvas", con absoluta sencillez y  sin olvidarse de sus ardientes alusiones políticas), parecía en busca de  un nuevo tono que se afirmó en las Odas elementales (1954) y en Nuevas odas elementales  (1955), obras que inician una especie de tercera época en la poesía  nerudiana, En un lenguaje perfectamente accesible, Neruda se convierte  en un poeta sencillo y afable que celebra los seres humildes y los  objetos cotidianos. Como indican sus títulos, el autor canta las cosas  simples y elementales: la alcachofa, el cobre, la cebolla, el caldillo  de congrio, el hilo, la madera, la pobreza, el tomate, el traje, el  aceite, los calcetines, el jabón, la lagartija, la papa.
Parece como si las cosas desvencijadas, polvorientas, en estado de desintegración, que aparecían en Residencia en la Tierra, cobraran de pronto su plena personalidad, afirmaran su ser, su necesidad de existir. Neruda llega en estas Odas  a la total conquista de lo objetivo. El poeta las canta en función de  la necesidad que tiene el hombre de ellas y, por tanto, estas Odas son auténtica poesía social. Les queda todavía algo del aire marcial del poeta de Tercera residencia y de Canto general.  Y junto a los temas enunciados encontramos desarrollados otros que  parecían insospechables: el aire, el amor, la flor, la claridad, el día  feliz, la alegría, la esperanza, el otoño, la poesía, la sencillez, la  tranquilidad, el verano, la vida, las estrellas, la luna.
 
 

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