jueves, 30 de diciembre de 2010

CUESTION DE ACTITUD

* Puedo quejarme porque el día está lluvioso, o puedo dar gracias a Dios porque tenemos agua suficiente para generar la electricidad, limpiar los ríos y regar las plantas.

* Puedo quejarme de mi salud, o puedo regocijarme de que estoy vivo y puedo escuchar, ver, hablar, llorar, reír o moverme.

* Puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo, o puedo sentirme agradecido de todo lo que yo mismo he logrado con mi esfuerzo.

* Puedo encontrar negativo el que las rosas tengan espinas, o puedo maravillarme de que las espinas tengan rosas.

* Puedo autocompadecerme por no tener muchos amigos, o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas relaciones.

* Puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar, o puedo dar gracias a Dios porque tengo un trabajo.

* Puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela, o puedo abrir mi mente y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.

* Puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar, o puedo sentirme honrado porque tengo un techo y compañía, cuando hay tantos que sufren en la soledad.

Evidentemente, como me sienta dependerá de mi actitud. Yo mismo soy libre de escoger qué tipo de sensaciones voy a tener.



«¿Qué tiempo cree usted que vamos a tener hoy?» -le preguntó un individuo a un pastor en el campo. «El tiempo que yo quiero» -respondió el pastor.

«¿Y cómo sabe que el tiempo será cómo usted quiere?» «Verá usted, señor: cuando descubrí que no siempre puedo tener lo que quiero, aprendí a querer lo que tengo. Por eso estoy seguro de que hoy hará el tiempo que yo quiero.»

La felicidad y la desdicha dependen de cómo afrontemos los acontecimientos, y no de la naturaleza de los acontecimientos en sí. Aceptar no significa estar de acuerdo, sino comprender que tal cosa no depende de mí, para así adaptarme entonces a las circunstancias. De mí depende la actitud que asuma ante el hecho.

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