El ser humano es un animal social por naturaleza y para evitar estar solos podemos acabar siguiendo caminos poco aconsejables. En algunos caso adptamos diferentes roles que nos permiten crear situaciones que nos hagan sentir acompañados: La víctima, el maltratador, el sumiso, el dominante, la madre, el hermano mayor. Pasamos de ser una persona con criterio a simplemente dejarnos llevar por unas reglas cómodas.
En el caso de las relaciones, a veces decidimos ir tolerando pequeñas cosas que pueden ir evolucionando a males mayores con tal de no perder a la persona que está a nuestro lado. Hay veces que por no quedarnos solos intentamos ignorar que hemos dejado de amar a la otra persona, que ya no es parte de nuestras vidas, y esto puede acabar provocando una intensa sensación de infelicidad.
Hay muchas razones por las cuales mantener una relación que no tiene futuro pero las más habituales entre las personas es por mera comodidad, sentimiento de culpa, o miedo a la soledad. Ante estos sentimientos, metemos la cabeza en el suelo como las avestruces en vez de enfrentarnos a nuestros problemas. Muchas veces, simplemente vamos postergando una y otra vez los momentos de confrontación con nuestra pareja que a largo plazo nos ayudarían a mejorar nuestra calidad emocional de vida.
Si queremos combatir nuestros demonios es necesario que mantengamos una posición segura de nuestra decisión y que no nos rindamos a la primera dificultad. Pero quizá el momento más difícil sea admitir finalmente que después de tanto tiempo trabajando para formar algo en común con la otra persona, este camino ha fracasado y ha llegado el momento de poner fin y decir adiós. Tomar esta decisión es duro y ocasiona muchos sentimientos contradictorios en un primer momento, pero en algunas situaciones es el único camino para retomar nuestras vidas y poder sanar interiormente.
Cuando hayamos terminado la relación sentiremos una euforia y una libertad, como si nos hubieran quitado un peso de encima, por un lado, pero de la otra mano, empezará a hacernos mella la soledad y la nostalgia. Hay que tener en cuenta que son sentimientos normales al romper una rutina o una costumbre de varios años. Estas sensaciones desaparecerán con el tiempo, y el hecho de mantener una relación para no sufrirlas solo hará que nos precipitemos a un pozo de insatisfacción que a la larga nos hará mucho más daño.
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