viernes, 7 de octubre de 2011

SI ES POR AMOR

Siempre que transcurre un año miramos hacia atrás y vemos las distintas situaciones por las que hemos pasado. A veces vivimos situaciones dolorosas y no logramos comprender el por qué ni el para qué. Por medio de esta historia tal vez podamos reflexionar las vivencias del año y decir ¡Gracias, Señor porque me amas tanto!
No siempre he sido una taza para tomar té. Hubo un momento en que no era sino un puñado de arcilla. En aquel tiempo, mi Maestro me tomó y empezó a darme golpecitos y a moldearme. Fue muy doloroso y le supliqué que dejara de hacerlo, más Él se limitó a sonreír y responderme: ¡Todavía no!
Luego, me colocó en un torno; allí estuve dando vueltas y vueltas. Me mareé tanto que pensé que no iba a contar. Pero entonces por fin me soltó y justo cuando pensaba que ya no me iba a pasar nada, mi Maestro me introduzco en un horno.
No comprendía porque tenía intenciones de quemarme; grité y le supliqué que no lo hiciera y que me soltara. Por la puerta del horno alcancé a ver al Maestro, si bien algo borroso, Él sonreía, negaba con la cabeza y decía: ¡Todavía no! Por fin, volvió y me sacó. Yo me dije: ¡Ah, que alivio! De repente mi Maestro me levantó y empezó a pulirme y cepillarme, seguidamente tomó un pincel y empezó a pintarme de colores. El olor que despedía la pintura era tan fuerte que pensé que iba a desmayar. Y rogué que no siguiera, pero sin dejar de sonreír, repitió: ¡Todavía no!
Luego me colocó en un horno. Era el doble de caliente que el primero; Yo tenía la certeza de que me iba a asfixiar.Le imploré, le supliqué, lloré; pero El seguía sonriendo y repitiendo: ¡Todavía no!
Empecé a pensar que no había esperanza para mí. No aguantaba más, estaba claro que había llegado mi hora. Decidí rendirme.Entonces se abrió la puerta del horno y el Maestro dijo: ¡Ya está! Me recogió y colocó en una repisa para que descansara.Al cabo de un rato, apareció con un espejo y me dijo: ¡MÍRATE!Lo hice y no daba crédito de lo que veía. Me dije: “¡Dios mío, soy una taza preciosa para té!”
El Maestro me explicó: “Debes comprender que yo sabía que te dolía que te diera golpecitos y te moldeara, que el torno te mareaba, pero si te hubiera dejado tal como eras, te hubieras secado y siempre habrías sido un mero puñado de arcilla. No habrías llegado a tener personalidad.
Si no te hubiera colocado en el primer horno, te habrías desecho.
Si no te hubiera pulido y pintado, no habría color en tu vida.
Si no hubieras pasado por el segundo horno; no serias capaz de soportar las presiones de la vida, no tendrías resistencia y por consiguiente no sobrevivirías mucho tiempo.
Como ves, aunque las circunstancias te parecían difíciles. Yo velaba por ti. Siempre supe que llegarías a ser lo que eres en la actualidad.”

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