Hace más de un año, El Observador inauguró una sección temática que es muy seguida por miles de lectores, que encuentran en este espacio historia de vida dignas de imitar o por lo menos para reflexionar, en lo referido a ejemplos de constancia, fortaleza y deseo de superarse ante las adversidades. Quienes quieran publicar su experiencia o la de un familiar, lo pueden hacer comunicándose con al teléfono Nº 0343-4951080 o vía e-mail a redacaelobservadordellitoral.comredacaelobservadordellitoral.com .
Esta semana contaremos las vivencias de Pablo Matías Gassmann de 34 años, casado, 2 hijos (Martina y Benjamín). En un accidente de tránsito perdió la vista derecha y hoy, a más de 16 años de aquel fatídico día, contó que le costó mucho asimilar lo ocurrido, pero trata de llevar una vida normal, con sueños y proyectos por cumplir, entre los que está, empezar la carrera de Abogacía.
Gassmann recordó que “el 21 de febrero de 1994, a las 20.00, venía transitando con una Honda 125 CC por calle San Martín y Estrada y choqué con otra moto, que era conducida por un chico también de apellido Gassmann. El accidente fue a baja velocidad, pero el problema fue que no llevaba casco. Yo pegué con la ceja contra el pavimento y se me produce una astilla en el cráneo, con el agravante de que se me llenó de arena la herida, que estaba desparramada en la calle, porque habían realizado riego asfáltico. Estaba consciente y me quise levantar y enseguida me di cuenta de lo que pasaba. Perdí mucha sangre y la primera persona que llegó a auxiliarme fue Noemí Frank (locutora). También arribó la policía y me trasladaron hasta la Clínica Parque, donde estaba el Dr. Onetto, quien pidió que se me haga una tomografía computada en Paraná, porque en Crespo todavía no teníamos ese equipamiento. De viaje, llegando al acceso, perdí el conocimiento y me desperté en Paraná el martes siguiente. En la noche de ese domingo, me operaron en la Clínica Modelo y cuando me desperté, estaba en terapia intensiva y a la primera que vi fue a mi mamá. Al día siguiente me trasladaron a Crespo y estuve 2 semanas internado. Seis meses después en Buenos Aires, me hicieron la reconstrucción derecha del cráneo y me pusieron una prótesis”.
- ¿Le costó recuperarse?
- El problema no fue tanto la operación, el tema fue la parte emocional, me costó muchísimo sacarme el parche. En la calle, la gente se daba vuelta y me miraba. Era la edad en la uno salía con los amigos y fue un golpe duro, no solamente para mí, sino también para mi familia. Mi papá trabajaba en el campo en esa época y hubo gente que llegó con flores a darle el pésame porque pensaban que estaba muerto. Gracias a Dios tuve una recuperación fantástica y me ha pasado que he ido a hacerme controles de la vista y hubo oftalmólogos que me preguntaron qué ojo es el afectado, porque a simple vista no se nota.
- ¿Cómo es la vista del otro ojo?
- Con el izquierdo veo perfectamente. El otro es sólo una prótesis, porque aparentemente en el accidente se me bajó una astilla de hueso y el ojo me explotó…
- ¿Le aparecen recuerdos del accidente?
- Los 21 de febrero es como volver a nacer. Si me cruzo con el otro chico del choqué, me acuerdo. Lo mismo si veo una moto como era la mía. Pero es un recuerdo y nada más.
- ¿Alguien vio el choque?
- Al choque nadie lo vio. Cuando la llevé a mi amiga y la dejé en la Iglesia, ella me dijo que me quedara a la misa, pero yo me fui. Fue el destino. Hoy tengo una vida normal, una esposa y dos hijos, así que más no puedo pedir. Nota completa en edición impresa del viernes 11 de junio.
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