lunes, 7 de junio de 2010

SI ES POR AMOR

En las últimas décadas la mujer  se ha incorporado de una manera importante al mercado laboral, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Esto ha supuesto un cambio en los roles asumidos por las mujeres, al incorporarse a la esfera pública, pero como contrapartida no ha generado el mismo cambio en el sector masculino de la población. Así, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidados de los familiares enfermos o dependientes.
La incorporación de la mujer al mercado laboral hace que en muchos casos la crianza de los niños recaiga en la “sufrida” abuela, ya que la precariedad laboral que rodea a muchas mujeres hace que no puedan asumir el coste de guarderías. Al fin y al cabo, se sigue perpetuando el estereotipo: la mujer (en este caso otra) sigue asumiendo los cuidados.
Este fenómeno de abuelas cuidadoras está bastante extendido en nuestros días y la ayuda proporcionada por ellas es mayor en el caso de madres jóvenes o que carecen de pareja. Y es que actualmente existe una falta de disponibilidad real de tiempo de muchas mujeres (porque son las que siempre lo hacen) hacia el desarrollo de los cuidados principales de sus hijos, lo que hace que las abuelas cuidadoras sean los principales miembros de la familia que asumen la responsabilidad de la mayoría de las tareas de cuidados del nieto o nieta dependiente. Este supuesto poder de las abuelas no es tal, sino el resultado de un desequilibrio familiar originado por los vertiginosos cambios sociales en la familia paralelos a los que se producen en el ámbito social y laboral.
Hoy en día las mujeres viven más años que antes y en mejores condiciones, lo que les permite ofrecer apoyos familiares durante más tiempo en caso de necesidad. Pero a su vez, este aumento de la longevidad y la calidad de vida ha propiciado que nuestros abuel@s desarrollen más actividades sociales que antes y que tengan mayores accesos a recursos de ocio, viajes y actividades culturales. Por ello, cuando estas abuelas asumen los cuidados principales de sus nietas y nietos, entran en el conflicto entre el deseo de apoyar a su familia ante una necesidad y el deseo de desarrollar sus propias vidas en una edad madura o avanzada, cercana a la jubilación o ya pasada ésta. A veces incluso entran en conflicto con sus propios maridos, quienes en ocasiones al no sentirse identificados con el rol de cuidadores exigen esta etapa de descanso y ocio que a su edad les corresponde. También emergen problemas derivados de la propia relación de cuidados con los niet@s y los hij@s, cuando las decisiones de las abuelas cuidadoras son incompatibles con las del cuidador principal (madre y padre del niño o niña), en definitiva, cuando lo que la abuela cuidadora quiere no es lo que los demás piensan que sería mejor para el niño o la niña. En la mayoría de los casos se ha visto cómo la tarea de cuidar a un familiar dependiente genera una situación de estrés y deterioro de la salud física de la persona que lo lleva a cabo. Los impactos negativos de la acción de cuidar incluyen frecuentemente mayores niveles de depresión, ansiedad, poca salud física percibida, aumento del uso de los servicios de salud y conflictos entre cuidadores y otros miembros de la familia.040abuela_web
Muchas de estas “super abuelas” aseguran que dan sentido a sus vidas y se sienten útiles cuidando de sus niet@s y apoyando a sus hij@s en esta tarea cuando las circunstancias familiares lo requieran, hecho que influye positivamente en su autoestima pero no en su salud.
Ante este panorama no puedo dejar de reflexionar sobre varias cuestiones. En primer lugar, continuamos perpetuando el rol de cuidadora de la mujer: no cuida al niño o niña la madre, pero lo hace la “super abuela”, persona de edad avanzada que físicamente en la mayoría de los casos ya no está al 100% de sus posibilidades. Además, creo que la madurez en torno a los 60 años o la vejez son etapas de la vida en la que las personas deberían aprovechar para realizar todo aquello que les hubiese gustado y que por diversos motivos (laborales, de cuidado de sus hij@s,etc.) no pudieron hacer en su momento. El tener que cuidar de sus niet@s las vuelve a limitar y en muchos casos incluso a “esclavizar”.
En ocasiones me parece una situación de abuso total de hij@s hacia padres, porque es cierto que a veces la economía familiar no permite otra elección, pero también sé de casos en los que obviamente se convierte en una forma de ahorro considerable (pensemos lo que puede constar un niñ@ todo el día en un centro o guardería, o pagar a alguien para que lo cuide). Además, siempre se tiene la excusa perfecta: “no puedo dejarle en mejores manos, las de mi madre”. ¡Y tanto!, así nos vamos todos muy tranquilos al trabajo, eludiendo nuestras responsabilidades.
Por último, critico abiertamente esos talleres que las Administraciones dirigen a esas abuelas. Me parece perfecto que les hagan comprender que tienen que sacar tiempo para ellas, pero ojo, eso puede causarles situaciones de verdadero estrés porque en ocasiones es que no disponen ni siquiera de media hora. Además, creo que lo que deberían hacer realmente es invertir en servicios sociales para que pudieran dar una cobertura de cuidados gratuitos para la población, ante la realidad social en la que estamos. Y puestos a hacer talleres, que los hagan para los padres (hombres), para que sientan que el cuidado de sus hij@s también es cosa suya.

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