¿Alguna vez has sentido o conoces a alguien que continuamente siente 
que no tolera que su pareja mire a otra mujer, hable con otra mujer, o 
hable de otra mujer?
¿Has pensado alguna vez que tú también te mereces todo eso que otra 
persona posee – una casa, un auto, una pareja, un mejor trabajo, unos 
hijos – y que no tienes en tu vida?
Si es así, no te preocupes, no es algo de que avergonzarse ya que los
 anteriores son sentimientos muy comunes, y la buena noticia es que se 
pueden transformar.
Así es, TRANSFORMAR.  No destruir, ni evitar, ni ignorar, ni luchar contra ellos, sino transformar.
Comencemos por identificar esos sentimientos.  En los dos casos 
anteriores estamos hablando de manifestaciones de celos.  En el primer 
caso de celos posesivos.  Esta no es una emoción natural, sino una expresión del amor reprimido.
El amor que ha sido condicionado, limitado, regido por reglas y 
reglamentos, por rituales y restricciones, controlado, manipulado y 
reprimido, se convierte en algo no natural.  Se convierte en una 
reacción en lugar de una respuesta.
Una reacción es la del instinto, la que expresamos 
inconscientemente; y una respuesta es la que expresamos desde nuestra 
intuición haciendo uso de nuestra consciencia.
Cuando identificas esas reglas, condicionamientos y creencias 
negativas que has hecho parte de tu amor hacia otra persona, entonces 
tienes la oportunidad magnífica de cambiarlas y, por lo tanto, de 
cambiar tu sentimiento.  Pero primero hay que reconocer que el 
sentimiento existe, aceptarlo, dejarlo fluir y así comenzar a 
transformarlo.  No desde tu “lucha” contra la emoción, sino desde tu 
aceptación de que ésta vive en tu ser.
Lo mismo sucede con el tipo de celos del segundo ejemplo.  Cuando 
sentimos que otra persona es mejor que nosotras lo que estamos 
manifestando es nuestra ambición reprimida.  La 
ambición es una emoción natural.   Es la que hace que desees hacer las 
cosas de nuevo, a esforzarte más, a continuar luchando hasta lograr el 
éxito. Es muy saludable y muy natural sentir ambición.
Pero cuando el punto de comparación para convertirnos en una mejor 
versión de nosotras mismas deja de ser nuestra propia experiencia 
interna, y comenzamos a compararnos con otras personas, entonces se 
manifiestan los celos envidiosos o envidia.  La envidia es una emoción muy poco natural.
Igual que con los celos posesivos, el secreto para transformar la 
envidia nuevamente en una emoción consciente que nos ayude a crecer como
 mujeres felices está en reconocer su existencia, no luchar contra ella,
 y a partir de ahí, desde nuestro corazón, cambiarla en un  sentimiento 
constructivo.
¿Te das cuenta?  Todas tus emociones son parte de ti y tú tienes el 
poder de usarlas como herramientas para crear la vida que deseas, o no.
 
 

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