miércoles, 6 de febrero de 2013

LOS CELOS


¿Alguna vez has sentido o conoces a alguien que continuamente siente que no tolera que su pareja mire a otra mujer, hable con otra mujer, o hable de otra mujer?
¿Has pensado alguna vez que tú también te mereces todo eso que otra persona posee – una casa, un auto, una pareja, un mejor trabajo, unos hijos – y que no tienes en tu vida?
Si es así, no te preocupes, no es algo de que avergonzarse ya que los anteriores son sentimientos muy comunes, y la buena noticia es que se pueden transformar.
Así es, TRANSFORMAR.  No destruir, ni evitar, ni ignorar, ni luchar contra ellos, sino transformar.
Comencemos por identificar esos sentimientos.  En los dos casos anteriores estamos hablando de manifestaciones de celos.  En el primer caso de celos posesivos.  Esta no es una emoción natural, sino una expresión del amor reprimido.
El amor que ha sido condicionado, limitado, regido por reglas y reglamentos, por rituales y restricciones, controlado, manipulado y reprimido, se convierte en algo no natural.  Se convierte en una reacción en lugar de una respuesta.
Una reacción es la del instinto, la que expresamos inconscientemente; y una respuesta es la que expresamos desde nuestra intuición haciendo uso de nuestra consciencia.
Cuando identificas esas reglas, condicionamientos y creencias negativas que has hecho parte de tu amor hacia otra persona, entonces tienes la oportunidad magnífica de cambiarlas y, por lo tanto, de cambiar tu sentimiento.  Pero primero hay que reconocer que el sentimiento existe, aceptarlo, dejarlo fluir y así comenzar a transformarlo.  No desde tu “lucha” contra la emoción, sino desde tu aceptación de que ésta vive en tu ser.
Lo mismo sucede con el tipo de celos del segundo ejemplo.  Cuando sentimos que otra persona es mejor que nosotras lo que estamos manifestando es nuestra ambición reprimida.  La ambición es una emoción natural.   Es la que hace que desees hacer las cosas de nuevo, a esforzarte más, a continuar luchando hasta lograr el éxito. Es muy saludable y muy natural sentir ambición.
Pero cuando el punto de comparación para convertirnos en una mejor versión de nosotras mismas deja de ser nuestra propia experiencia interna, y comenzamos a compararnos con otras personas, entonces se manifiestan los celos envidiosos o envidia.  La envidia es una emoción muy poco natural.
Igual que con los celos posesivos, el secreto para transformar la envidia nuevamente en una emoción consciente que nos ayude a crecer como mujeres felices está en reconocer su existencia, no luchar contra ella, y a partir de ahí, desde nuestro corazón, cambiarla en un  sentimiento constructivo.
¿Te das cuenta?  Todas tus emociones son parte de ti y tú tienes el poder de usarlas como herramientas para crear la vida que deseas, o no.

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