I. El mandato de amar a otros
 A. Tratando al prójimo como a uno mismoB. Dos grandes mandamientos ti.
II Compasión por todos
 A. Pagando una deudaB. Haciendo lo bueno
III. Demostrando amor 
 A. El amor y la leyB. El resumen de todos los mandamientos
Objetivo
 Saber lo que significa amar al  prójimo, y demostrar ese amor hacia toda persona por medio de las buenas obras.
 Introducción
 La parábola del buen samaritano es  una historia querida y conocida que habla de cómo tratar al prójimo. Según la  interpretación habitual, el hombre que fue golpeado y robado es el prójimo, y el  prójimo se define como cualquier persona que necesita ayuda.
Pero parece que Jesús puso más  énfasis en el hecho de que el prójimo fue el que ayudó a la víctima. Después de  contar la parábola, Jesús le pregunta al abogado escéptico: "¿Quién, pues, de  estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?"  (Lucas 10:36). El prójimo es el que tiene compasión de la persona necesitada y  le ayuda. Así que la pregunta es: "¿Somos buenos prójimos o no?"
 Comentario Bíblico
I. El mandato de amar a otros  Levítico (19:13,18,33,34; Mateo 22:37-40)
A. Tratando al prójimo como a uno mismo
El pasaje en Mateo nos hace  entender que aun cuando las estrictas reglas de la Ley estaban en pie, el  principio fundamental de la vida para el seguidor de Dios, era el amor divino.  La ley no fue escrita para el hombre justo, sino para los "transgresores y  desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos..."  (1 Timoteo 1:9).
Traten al extranjero "como a un  natural de vosotros" Moisés les dijo a los israelitas. Tal mandamiento era  demasiado para un israelita, quien sabía que su propio pueblo era escogido por  Dios. Los gentiles alrededor de ellos eran paganos. El mandamiento demuestra que  Dios nunca quiso excluir a los que no eran judíos de tener comunión con El.  Fueron los judíos quienes pensaron que ellos eran los únicos que recibirían la  misericordia de Dios. Por lo tanto, creían que sólo ellos eran dignos de recibir  privilegios especiales.
 Pregunta: ¿Por qué debían los  israelitas tratar a los extranjeros (los gentiles) mejor de lo que los  extranjeros los habían tratado a ellos?
Los israelitas debían tratar bien a  los extranjeros porque (1) los israelitas habían sido extranjeros en Egipto y  sabían bien lo que era quedar excluidos, y (2) el Señor era su Dios. Puesto que  Jehová es un Dios de amor y compasión, su pueblo debía mostrar los mismos  atributos. El mandamiento de amar a otros todavía está vigente hoy.
Si el cristiano ama como Dios  quiere y con la plenitud del Espíritu Santo para amar, naturalmente guardará los  mandamientos y las limitaciones de Dios concerniente al trato de los demás. El  que sinceramente ama a su prójimo no lo oprimirá ni le engañará, no le pagará  mal por mal y no guardará ningún rencor contra él.
 B. Dos grandes mandamientos
Estos mandamientos de amar a Dios y  amar al prójimo son inseparables. El amor por los demás depende de nuestro amor  a Dios; y nuestro amor a Dios se demuestra por nuestro amor por los demás (1  Juan 4:20 al 5:2). Sin embargo, los dos mandamientos son distintos.
Amar a Dios, como lo describe el  Nuevo Testamento, no es algo normal para el hombre. La naturaleza con que  nacimos nos hace enemigos de Dios (Lucas 19:11-14; Juan 3:20; Romanos 5:10;  Colosenses 1:21). Amar a Dios como Jesús manda en Mateo 22:37 (Deuteronomio  6:4,5) debe ser la respuesta del hombre al amor que Dios tiene por él. Dios ama  a todo el hombre: su corazón, su alma y su mente. Por lo tanto, se espera que el  hombre ame a Dios con todo su ser.
El amor por los demás depende del  amor que Dios nos mostró a nosotros de antemano. `Amados, si Dios nos ha amado  así, debemos también nosotros amarnos unos a otros» (1 Juan 4:11). El amor del  cristiano por los demás refleja el amor de Dios por nosotros. El Espíritu Santo  es el que hace que el amor de Dios por nosotros se convierta en amor por otros  (Gálatas 5:22).
 Pregunta: ¿Cree usted que Dios  espera que amemos a nuestros prójimos aun cuando es difícil amarlos? Si es así,  ¿cómo la hacemos?
Romanos 5:5 nos presenta otra forma  de demostrar el amor de Dios por otros a través de nosotros. Dios no espera que  amemos a otros sin su ayuda. El amor con que amamos a los demás es en verdad el  amor de Dios que rebosa en nuestros corazones para contagiar a otros. Es el amor  de Dios visto a través de nosotros. A través de la oración, Dios nos da amor por  otros cuando nos resulta imposible amarlos sin su ayuda.
 II. Compasión por todos Romanos  1:14; Gálatas 6:9,10
A. Pagando una deuda
Pregunta: ¿Qué quiso decir  Pablo en Romanos 1:14 cuando dijo que era un deudor? ¿Acaso somos deudores como  Pablo?
Así como el amor de Dios se recibe  para demostrarlo a los demás, también la comisión de predicar el evangelio a  toda criatura fue para Pablo una deuda que le debía a cada hombre, mujer y niño.  No le importaba de qué nacionalidad o cultura fueran sus oyentes.
Los "sabios" y "no sabios" son otra  forma de decir "griegos" y "no griegos". Pablo quería que toda persona, sin  importarle su nacionalidad o educación, escuchara la Palabra de Dios. Pablo les  estaba escribiendo a los griegos, cuya civilización había dado al mundo muchos  logros intelectuales y artísticos. Al mismo tiempo, quiso informarles que él  también tenía el deber de llevar el evangelio a otros pueblos, "a los no  griegos". Aunque "no griegos" se define como razas no civilizadas, Pablo usó el  término para decir, a otros además de griegos. Pablo pudo haber incluido a los  "ricos" y a los "pobres", a los "fuertes" y a los "débiles", a los "jóvenes" y a  los "ancianos". De cualquier manera que se clasificaran, Pablo les debía la  oportunidad de escuchar el mensaje del evangelio.
Tal es el espíritu misionero que  todavía palpita en los corazones de creyentes dedicados. Ya sea ir en persona  con el mensaje, ya proveer las finanzas para que otros vayan, la obligación aún  esta presente. Así como a Pablo se le había encargado predicar el evangelio a  otros pueblos, a nosotros se nos ha encargado la misma tarea. Les debemos el  evangelio a los perdidos. En verdad, es una deuda que debe pagarse.
 B. Haciendo lo bueno
Hacer el bien puede ser un trabajo  agotador. Es fácil desanimarse, perder interés en nuestra tarea, o aun 'fiarse  por vencido. El incentivo para hacer el bien es esencial.
En Gálatas 6:9, Pablo proveyó el  incentivo en su selección de comparaciones. Hacer el bien es semejante a la  siembra del grano en el campo. No veremos los resultados de la siembra  inmediatamente, pero "a su tiempo segaremos, si no desmayamos».
Si el sembrador se cansa de tirar  la semilla y sólo siembra la mitad del campo, sólo cosechará la mitad. Si  queremos una cosecha completa de buenas obras, debemos sembrar y tener paciencia  como el sembrador que espera el "precioso fruto de la tierra" (Santiago 5:7).  Muchos cristianos son como los niños: quieren sembrar la semilla para luego  cosecharla ese mismo día.
 Pregunta: ¿Qué será nuestra  cosecha si no nos cansamos de sembrar buenas obras?
Pablo no especificó qué cosecha  recibiría el creyente si fielmente seguía sembrando buenas obras. Pero sabemos  que las buenas obras, hechas como para el Señor, producirán una buena cosecha.  Pueden traer consuelo y alivio a la gente necesitada. Pueden causar que un  pecador acepte a Cristo como su Salvador; puede ser una cosecha que trae  noticias de gran gozo al cielo y al que cosecha. Hacer buenas obras puede  detener el deterioro moral de la sociedad, y hacer que nuestras comunidades sean  mejores lugares para vivir (1 Timoteo 2:1-4). Al final, el cielo recompensará al  que hace buenas obras por el fiel servicio que hizo en la tierra.
El bien que debemos hacer a toda  persona se cumple por medio de la obra del Espíritu Santo en nosotros. Sólo al  tener una relación vibrante con el Señor podrán nuestras vidas producir mucho  fruto que permanecerá por la eternidad.
La exhortación de hacer el bien es  más específica al final de Gálatas 6:10: "Así que, según tengamos oportunidad,  hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe." Mientras es  nuestro deber hacer el bien a todos, estamos obligados a hacer el bien y  bendecir a los hijos de Dios y a los hermanos en la fe. La frase, "a todos"  indica que el amor cristiano no tiene limitaciones. La mención de "la familia de  la fe" sirve para reiterar que la prioridad del amor cristiano es suplirlas  necesidades de otros creyentes.
Es lamentable cuando el mundo ve  que el creyente carece de las necesidades básicas. Tales circunstancias parecen  sugerir que Dios no es capaz de cuidar a su pueblo. Pero en realidad, mucho del  cuidado de Dios por nosotros se ha delegado a otros cristianos. Nuestra  compasión debe extenderse hacia todos los que influyamos, más aun a otros  creyentes, demostrándoles nuestra firme dedicación a la ley del amor. A medida  qué suplimos las necesidades de otros creyentes, también estaremos creando un  ambiente que atraerá a otros a la familia de Dios.
 III. Demostrando amor Romanos  13:8-10
A. El amor y la ley
Pregunta: ¿Es cierto que el  mandato de no deber nada a nadie significa que toda persona que compra una casa  con dinero prestado está violando las instrucciones bíblicas?'
En una parábola, Jesús habló de un  rey que perdonó una deuda de 10.000 talentos a un siervo que luego rehusó  perdonar la deuda de 100 denarios a otro siervo. En ninguna parte denuncia Jesús  el hecho de que había una deuda. "No debáis a nadie nada" podría explicarse  como: "Uno no debe rehusar pagar sus deudas para estar al corriente."
El verdadero énfasis de Pablo no  estaba en la deuda monetaria. Al llamar la atención al concepto de deudas, quiso  hacer hincapié en el gran deber que tiene cada creyente de amar a otros. Con el  tiempo, el cristiano debe cancelar toda deuda monetaria, pero la gran deuda de  amar a otros siempre debe continuar. Jamás llegará el momento en que ya no se  necesita amar.
El que ama a los demás ha cumplido  con la ley (v. 8). Todos los mandamientos sobre las relaciones entre personas se  resumen en un solo mandamiento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (v. 9). Si  verdaderamente amas a una persona, jamás querrás matarla o adulterar con su  cónyuge, tampoco robarás su bolsillo, mentirás o codiciarás sus bienes. Así que,  el amor cumplirá la Ley, no destruyéndola, sino guardando cada mandamiento de la  Ley, motivado por el amor más bien que por el deber.
 B. El resumen de todos los mandamientos
Pregunta: Si alguien desobedece  los mandatos de Dios, ¿de qué carece?
Ya se ha dicho que el amor cumple  la ley en forma positiva, proveyendo la motivación positiva para obedecer los  "no harás" de la ley. Una verdad relacionada con esto debe notarse: Desobedecer  cualquier mandato de Dios es evidencia de que el amor que Dios requiere no está  presente.
El amor no hace daño al prójimo. Un  comentario perfecto sobre esta verdad se encuentra en otro pasaje inspirado por  el Espíritu y escrito por Pablo: 1 Corintios 13. El amor es sufrido con el  prójimo, y benigno. No es jactancioso ni se envanece, sino que pone al prójimo  primero (v. 4). El amor no busca lo suyo, sino el bien de su prójimo (v. 5);  hasta se olvida de sí mismo, y piensa sólo en el bienestar de los demás. No se  irrita con su prójimo, y desea el bien antes que el mal para los demás (13:5);  cree lo mejor de su prójimo en vez de lo peor.
La suma de todos los mandamientos  que tratan con la forma en que nos llevamos con los demás se resume en una  palabra: AMOR. Demostrar este amor cumple con toda la Ley.
 Aplicación
 Es difícil que nuestro amor a Dios  sea tal que nunca desobedeceremos sus mandamientos. Por lo que conocemos de  nuestros sentimientos, emociones y reacciones, parece imposible alcanzar o  manifestar un amor perfecto. Pero Dios sabe que no podemos lograrlo. Es una obra  de gracia, una obra del precioso Espíritu Santo. Dios ha prometido cumplir esa  obra en nosotros, si se lo pedimos y permitimos que lo haga.
Aunque la obra es completamente de  Dios, no estamos absueltos de toda responsabilidad. No podemos culpar a Dios si  no vemos su amor demostrado en nuestros corazones. Cuando vemos imperfecciones  en ese amor que demostramos, sólo podemos culparnos a nosotros mismos y a nadie  más. No hemos permitido que Dios haga todo lo que El quiere hacer en nosotros.
Haga un voto de cumplir con su  obligación de permitir que el Espíritu Santo desarrolle en usted una medida  plena de su fruto. Ore específicamente que ese amor perfecto sea formado en su  vida. Habrá momentos cuando parece que Satanás está multiplicando sus esfuerzos  para impedir que usted sea transformado a la imagen de Cristo. Pero crea, la  obra de Dios siempre está progresando.
Al mismo tiempo que le está  pidiendo a Dios que cumpla en usted su obra, empiece a orar por el prójimo. La  oración de intercesión consiste en orar por los demás. Al pedirle a Dios que lo  bendiga y prospere - en forma física, material, y espiritual - notará que la  obra del Espíritu Santo en usted le hará amar más a su prójimo.
 
 

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