Algunas personas confían  plenamente en su capacidad para resolver las situaciones que se les  presentan. Otras avanzan o retroceden de acuerdo al carácter de quienes  las rodean. Hay quienes necesitan de un "vestuario" completo de  "disfraces" para ocultar sus verdaderas personalidades ante un mundo  hostil. Y un creciente grupo de hombres y mujeres emprende diariamente  una búsqueda existencial que intenta encontrar el camino para vencer el  sentido de soledad y de vacío interior.
Hace algunos años uno de mis tíos  falleció súbitamente. En lo mejor de los años maduros y con una hermosa  familia para disfrutar, la enfermedad cobró su vida de manera totalmente  inesperada. Allí quedó mi tía, sola con sus tres hijos (el mayor  casado, la del medio con diabetes y el menor todavía en edad escolar) y  muchas cuentas que pagar.
Pero aún resuena en mi mente la  respuesta que me dio cuando le pregunté cómo hacía para resurgir en  medio del duelo, la depresión y la tristeza natural que embargó su vida:  "la clave de todo es que Dios fortalece mi vida, y yo confío plenamente  en Él", fue su rotunda respuesta.
¿Es usted una persona que diseña  su vida en torno a impulsos repentinos? ¿Permite que la ansiedad  gobierne su mente? ¿Experimenta muy seguido un "sube y baja" emocional?  Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa... ¡usted necesita con  extrema urgencia la fortaleza continua y asegurada que proviene de  nuestro Creador!
El gran rey David escribió: "Yo,  por mi parte, te alabaré en la mañana por tu poder y por tu amor. Tú  eres el Dios que me protege; tú eres el Dios que me ama. Por eso te  cantaré con alegría porque eres mi fortaleza, porque has sido mi refugio  en momentos de angustia" (Salmos 59:16, TLA).
¡Qué gran oportunidad para comenzar una vida nueva, permitiendo que Dios sea nuestra continua fortaleza!
Cristian Franco
La reflexión de hoy nos desafía a vivir, no tanto por los impulsos que nuestro estado anímico pueda querer abrazar, sino más bien con fe. Y esa fe, para que sea realmente efectiva, no podrá estar fundamentada en nuestra propia capacidad para enfrentar los desafíos... la cual puede variar precisamente en base a nuestro estado de ánimo. Más bien, ojalá esté basada en Dios mismo y en Su Palabra revelada, la Biblia. De esa manera, nuestra vida lucirá como aquella casa de la parábola de Jesús que pudo resistir todo tipo de vientos y tempestades porque estaba anclada sobre la roca. Pero si hemos de desarrollar ese tipo de fe, debemos comprender que eso no ocurre por accidente sino por un cultivo sistemático de nuestra relación con el Dios de la Biblia.
La reflexión de hoy nos desafía a vivir, no tanto por los impulsos que nuestro estado anímico pueda querer abrazar, sino más bien con fe. Y esa fe, para que sea realmente efectiva, no podrá estar fundamentada en nuestra propia capacidad para enfrentar los desafíos... la cual puede variar precisamente en base a nuestro estado de ánimo. Más bien, ojalá esté basada en Dios mismo y en Su Palabra revelada, la Biblia. De esa manera, nuestra vida lucirá como aquella casa de la parábola de Jesús que pudo resistir todo tipo de vientos y tempestades porque estaba anclada sobre la roca. Pero si hemos de desarrollar ese tipo de fe, debemos comprender que eso no ocurre por accidente sino por un cultivo sistemático de nuestra relación con el Dios de la Biblia.
¿Por qué no dedicar este fin de  semana un tiempo para participar en compañía de tantos otros creyentes  de la adoración corporativa a nuestro Salvador? No sólo seremos  bendecidos en el momento sino que nuestra perspectiva de la vida se irá  amoldando más y más a Sus planes para nuestra vida.
Adelante y que el Dios de gloria  haga resplandecer Su rostro sobre cada uno de ustedes y que disfruten de  un maravilloso fin de semana.
Raúl Irigoyen
Y el pueblo creyó; y oyendo que el  Señor había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su  aflicción, se inclinaron y adoraron. Exodo 4:31.
 Y ahora, he aquí he traído las  primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás  delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de tu Dios. Deuteronomio  26:10
 
  
 

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