viernes, 21 de mayo de 2010

AMOR EN LIBERTAD

En la relación amorosa se pone en juego la libertad individual a favor del vínculo. Pero un vínculo de esta clase no puede durar porque la libertad es esencial para un ser humano, y en algún momento se pondrá esta necesidad en evidencia.
No se puede elegir entre el amor de alguien y los intereses personales. El sacrificio de renunciar a ellos por amor deja un residuo de resentimiento que no se borra con besos ni abrazos.
La persona que vive para el otro sin condiciones se opaca hasta quedar reducida a una sombra, la sombra del otro.
Esa devoción, lejos de atraerlo termina alejándolo, porque sólo se puede amar a una persona con identidad propia.
En el amor de pareja el conflicto es parte de la relación, porque son dos seres libres que pueden llegar a obstaculizarse mutuamente.
El camino de la negociación es el único viable en estos casos siempre que éste no implique estancamiento de alguno de los dos.
El amor no puede ni debe ser una cuestión puramente emocional, necesariamente debe ser un sentimiento reflexivo, porque si no fuera así seríamos esclavos de él y además de podría llegar a convertir en odio.
Como bien decía Freud, el único amor posible sin condiciones es el de una madre por su hijo.
Los demás vínculos afectivos deben ser racionales, no se puede aceptar, en nombre del amor, el desprecio, la infidelidad, la mentira o el maltrato.
La persona que quiere vivir en permanente estado de enamoramiento, alienada en el otro, se verá obligada a lo largo de su vida a tener un gran número de parejas inestables y a sufrir la desilusión o el abandono.
El amor no puede borrarlo a uno de la escena para ser el otro. El otro siempre será otro diferente y nunca en una pareja los dos alguna vez podrán ser uno.
El amor maduro a veces llega gracias a una gran desilusión. Después de haber sufrido un gran amor que también destruyó la autoestima, se puede recuperar la razón y comenzar a creer que tiene que ser posible amar y ser feliz al mismo tiempo.
Estar enamorado no es sinónimo de querer a alguien, porque es un estado de alienación que idealiza al otro al extremo de no verlo tal cual es.
Como con una droga somos esclavos de sus efectos, aunque las acciones colaterales sean desastrosas.
Solamente es posible tener una pareja estable por mucho tiempo cuando los dos siguen creciendo.
Es inútil pretender que alguien nos quiera si no le place. En un amor sin esperanza somos perdedores de entrada porque no existe nada menos atractivo que el que se humilla.
Además, lograr una conquista de esa manera obliga a entregarse sin condiciones, porque todos sabemos que el que tiene el poder en una relación es el que menos necesita del otro.
Por otro lado se está renunciando a la propia dignidad, al respeto por uno mismo, porque la esclavitud se opone a la dignidad, cuando uno se convierte en un objeto.
No todos los conflictos de pareja se resuelven con una negociación, se necesita además una dosis de paciencia, intercambio de opiniones, aprender a equilibrar las diferencias, establecer acuerdos, armonizar desajustes, etc.
El amor romántico es un arma de doble filo, nos puede dejar hechos picadillo y tiende a desaparecer en poco tiempo.

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