Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre
que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de
aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como
aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo
mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del
pueblo. Entonces, le dice: ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara
en la mano? Si tú no ves. Entonces, el ciego le responde:
Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de
las calles de memoria. Llevo la luz... para que otros encuentren su
camino, cuando me vean a mi. No solo es importante... la luz que me
sirve a mí, sino también la que yo uso, para que otros puedan también,
servirse de ella. Cada uno de nosotros... puede alumbrar el camino para
uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo
necesite. ¡Qué hermoso sería, sí todos ilumináramos los caminos de los
demás! Sin fijarnos si lo necesitan o no. Llevar luz y no-oscuridad.
Si toda la gente encendiera solo una luz, el mundo entero estaría
iluminado y brillaría día a día, con mayor intensidad. Tenemos en el
alma, el motor que enciende cualquier lámpara...
La energía que permite iluminar, en vez de oscurecer y está en nosotros
saber usarla. Haz la parte que te corresponde y el Universo hará el
resto. El que alguien toque mi vida es un privilegio. Tocar la vida de
alguien es un honor. Pero el ayudar a que otros toquen sus propias
vidas, es un placer indescriptible!
Cuando hay cosas en nuestra vida que no nos sirven, hay que liberarlas,
deshacernos de lo viejo, dar espacio a lo nuevo, cuando liberamos
ataduras, costumbres, tradiciones del pasado, el camino es más ligero,
tenemos todas las herramienta adecuadas solo tenemos que usarlas
nosotros las pusimos ahí ni que ahora no seamos cociente de ellas,
búscalas dentro de ti, que tienes todo lo necesario para liberar lo que
no te sirve, esto nos lleva a recibir los dones de nuestro Espíritu. El
conoce la verdad del sendero de nuestra
alma.
“Eso es como cuando tenemos una habitación con una bombilla de quince
vatios” la luz que recibimos no es suficiente. Tenemos que cambiar la
bombilla de más vatio para recibir más luz. Lo mismo pasa con nosotros,
cuando no deshacemos de lo viejo, dejamos espacio para que entre mas
luz. La luz es la fuente universa de la vida, cuanta mas luz entre en
nosotros mas felices seremos.
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