Cuando era niño, uno de mis pasatiempos favoritos era caminar por el  riachuelo detrás de nuestra casa. Esas caminatas significaban una gran  aventura para mí: saltar rocas, observar aves, construir presas, seguir  rastros de animales. Si lograba llegar a la desembocadura, mi perro y yo  nos sentábamos a compartir el almuerzo mientras mirábamos aterrizar  aviones del otro lado del lago. Nos quedábamos todo el tiempo posible,  pero sólo hasta el atardecer, pues mi padre me quería de vuelta en casa  antes de la noche. En el bosque, las sombras alargaban y la hondonadas  se oscurecían rápidamente. Durante todo el camino de vuelta, anhelaba ya  estar en casa.
Nuestro hogar  estaba sobre una colina detrás de unos árboles, pero la luz siempre  permanecía encendida hasta que llegara toda la familia. A menudo, mi  padre se sentaba en el porche de atrás y leía el periódico mientras me  esperaba. "¿Cómo te fue?", preguntaba. "Bastante bien", le decía, " pero  qué bueno estar en casa".
Estos recuerdos me hacen pensar en  otro viaje, el que estoy haciendo ahora. No siempre es fácil, pero sé  que al final me esperaba mi padre bondadoso y mi hogar eterno. Estoy  ansioso por llegar.
Me están esperando. La luz están  encendida y mi Padre celestial me espera. Supongo que me preguntará, así  como mi papá solía hacerlo: "¿Como te fue?" "Bastante bien", le diré,  "pero qué bueno estar en Casa".
Para el cristiano el cielo se deletrea  C-A-S-A. -DHR
Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. Salmo 73:24
 
 

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