 Franklin  Graham lo lamenta ahora, pero tuvo una juventud alocada y rebelde. Un  día llegó rugiendo a a casa de su papá, montado en su motocicleta Harley  Davidson para pedir dinero. Con su atuendo de cuero, polvoriento y con  la barba crecida, irrumpió en la sala de su padre, y entró de lleno en  una reunión de la junta ejecutiva de Billy.
 Franklin  Graham lo lamenta ahora, pero tuvo una juventud alocada y rebelde. Un  día llegó rugiendo a a casa de su papá, montado en su motocicleta Harley  Davidson para pedir dinero. Con su atuendo de cuero, polvoriento y con  la barba crecida, irrumpió en la sala de su padre, y entró de lleno en  una reunión de la junta ejecutiva de Billy.Sin dudarlo ni siquiera un  segundo, Billy Graham identificó a Franklin como su hijo. Luego lo  presentó orgulloso a cada miembro de la junta. Billy no pidió disculpas  por su hijo ni mostró vergüenza o culpa alguna. Tiempo después Flanklin  escribió en su autobiografía, Rebel With a Cause (Rebelde con Causa),  que el amor y el respeto que su padre le brindó ese día jamás lo  abandonaron, incluso durante sus años de rebeldía.
Nuestros hijos no tienen que  ganarse nuestro amor. Retener el amor para nuestros propios propósitos  egoístas es seguir al enemigo, no a Dios. El amor de Dios para con  nosotros es inmerecido. No hicimos nada para ganarlo; no hay bien en  nosotros que nos haya hecho merecedores de ello.  En todas nuestras  relaciones, en especial con nuestros hijos, debemos mostrar ese mismo  tipo de amor de manera auténtica.
Estamos llamados a tratar a  nuestros hijos -y a todas las personas- con amor y respeto. Nos ayuda a  recordar lo que éramos cuando Cristo murió por nosotros.  -DCE
El amor de Dios cambia a los hijos pródigos en santos preciosos.
Fuente: Nuestro Pan Diario, Publicaciones RBC
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
 
 

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