Dos caminos divergían en un bosque amarillo, y apesadumbrado por no poder recorrer ambos y por ser tan sólo un viajero, me detuve largo tiempo; miré a lo largo de uno tan lejos como pude hasta el punto en que giraba en la maleza. Entonces tomé el otro, muy parecido, y teniendo tal vez menos demanda, porque estaba cubierto de hierba y mostraba menos desgaste; aunque al atravesarlo, lo habría de desgastar igual. Ambos yacían igualmente aquella mañana llenos de hojas que nadie había oscurecido con sus pisadas. Bueno, ¡dejé el primero para otro día! Sin embargo sabiendo que un camino lleva a otro, dudé que alguna vez tuviese la oportunidad de tomar el otro. Al contar esto lo hago con un suspiro. En algún lugar, hace muchos, muchos años dos caminos divergían en un bosque y yo... yo tomé el menos transitado... y eso hizo toda la diferencia. Robert Frost El pensamiento de hoy es en realidad un poema que entraña una reflexión personal por parte del autor. Nos presenta un cuadro de las decisiones que tomamos en la vida: una vez tomada una opción, aun pensando que podamos regresar en caso de fracasar, a la otra opción, pronto descubrimos que en muchos casos la decisión es irreversible. Esto no significa, sin embargo, que Dios no nos dé nuevas oportunidades lo cual Jesús mismo vino a garantizar. Lo que sí significa es que necesitamos aprender a caminar de la mano del Señor, porque recorremos una ruta que, nunca hemos transitado. Podemos confiar que si nos aferramos al Señor, al igual que el autor del pensamiento de hoy, habremos escogido el camino que marcó la diferencia. Adelante y que el Señor les bendiga. Raúl Irigoyen. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Génesis 6:12. Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Dios sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Génesis 18:19. |
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