5 problemas de vivir con tu chico
Vivir con personas con las que no creciste es, en general, complicado.
Pero no es lo mismo compartir espacio con una persona que no conoces,
con quien puedes poner límites sin el temor de herir sentimientos, que
con alguien a quien amas y que no quieres herir.
La primera vez que vives con una pareja, ya sea con tu novio o marido,
te toparás con algunos problemas de convivencia que deberás resolver de
la forma más cordial posible. Para que no te gane el genio te vamos a
dar 5 posibles piedras que te encontrarás en el camino (y consejos para
brincarlas).
1. Cuando las costumbres molestan
Tal vez tu llevas años viviendo sola y nunca has sentido la necesidad
de tender la cama, pero puede ser que tu chico sea de esas personas que
no soportan verla destendida. Este es sólo un ejemplo de las diminutas
costumbres que por sí solas no son problema, pero que si las sumas
puedes terminar con este cosquilleo incómodo en el que sientes que
quieres decir algo al respecto pero no sabes cómo lo va a tomar.
El problema es que estas molestias tienden a salir a la luz en los
momentos más inadecuados, como el día que dijo que iba a llegar a cenar
pero se le hizo tarde y lo terminas regañando por dejar la pasta de
dientes destapada en lugar de decirle que hirió tus sentimientos.
Muchos de estos detalles requieren de tu tolerancia, y con el paso del
tiempo te acomodarás a ellos (o él los cambiará por ti), pero si algo
realmente te molesta puedes decírselo de forma amable, pidiéndolo como
favor personal y sin hacerlo sentir que su modo de hacer las cosas es
incorrecto.
Son infinidad de detalles que ni siquiera se te ocurren. Incluso dónde
guarda la cátsup (en el refrigerador o en la alacena) puede ser motivo
de discusión. ¡No te desesperes! Pronto encontrarán sus propias
costumbres.
2. La pena
Ah, el pudor. Algo que tenemos tanto de pequeñas y se nos quita con la
edad y la convivencia. Muchas parejas no tienen problema con esto, pues
para varias mujeres que sus hombres las escuchen ir al baño no es motivo
de vergüenza. Les diríamos que no tiene por qué serlo, pero el pudor es
algo que se aprende en casa. Cuando ambas personas en una relación se
sienten igual, esto no es motivo de discusión, pero que tú nunca hayas
tenido problema con usar el baño mientras alguien se lava los dientes no
quiere decir que tu chico sienta lo mismo.
No se obliguen al punto de sentirse incómodos. No le abras la puerta
del baño si él no te da pie a hacerlo y pídele lo mismo a cambio. La
pena es un sentimiento horrible que tu pareja nunca debe provocar. Es
una falta de respeto obligar a alguien a hacer algo que no quiere,
incluso si eso es usar el baño frente a ti.
Si el tiempo es problema por las mañanas pónganse un horario y
respétenlo. Tal vez tú te puedes bañar mientras él prepara el desayuno o
puedes tender la cama mientras usa el baño.
3. Lo tuyo es nuestro (y lo mío también)
Deja de pensar en tus cosas como tuyas, y comienza a imaginar que todo
es de los dos. No importa quién aportó qué al hogar, si te estás
haciendo ideas de que él lleva horas viendo deportes en tú televisión no
van a llegar muy lejos.
Cuando decides vivir con alguien decides compartirlo todo, desde tu
tiempo hasta la almohada. Que la propiedad de las cosas no se vuelva
tema de conversación. (Esto no quiere decir que no te puedas molestar
porque él lleva horas viendo deportes en LA tele, es sólo el pronombre
posesivo en singular lo que debemos evitar).
4. Espacio para estar sola
No importa si vives en un departamento de una sola recámara, cuando
discutes con alguien lo que quieres es no tener que verlos a la cara en
lo que se te pasa el coraje. Si tienes el espacio en tu casa (como un
cuarto extra o un balcón) desde el primer pleito en el que sientas la
necesidad de espacio coméntale que te vas a retirar a este lugar para
estar sola un rato hasta que se te pase el enojo. Explicarle lo que
estás haciendo le deja saber que no quieres que te persiga, pero también
le indica que regresarás cuando te sientas mejor.
Esta es una mejor técnica que salirte de la casa después de un pleito
porque no lo dejas preocupado por tu seguridad, o por si regresarás
eventualmente. Es mejor que cada quien tenga un lugar dentro de la casa
al que pueda escapar sin hacer el drama más grande. Trata de evitar los
lugares comunes (como el baño o la cocina) para que no se vea en la
penosa necesidad de interrumpir tu tiempo de reflexión.
5. Ni tu ni yo
Cuando algo parece no tener solución, evítalo. Por ejemplo, mi roomie
odia los programas para niños (que a mí me encantan) y yo no tolero las
telenovelas (que son su placer culposo). En lugar de estar siempre en
competencia por el control remoto tenemos un pacto en el que yo no veo
Hanna Montana si ella se abstiene de ver la novela en la sala. Este tipo
de arreglos te pueden salvar de muchos pleitos. Ambos sienten que
obtienen algo a cambio, por lo que es más fácil dejar de lado lo que a
ti te gusta. Tampoco está de más avisar si quieres hacer algo que sabes
que incomodará a la otra persona por ejemplo, si vas a invitar a todas
tus amigas a la casa avísale a tu chico por si quiere hacer planes con
sus amigos para evitar estar ahí. De la misma manera pídele que te mande
un mensaje si, por ejemplo, hay un partido que quiere ver por la noche.
Si no eres fanática de los deportes puede ser un excelente momento para
ir al cine sola.
Al final todo se resume a la comunicación y al respeto, tanto por las
ideas del otro como por su espacio personal. Puede parecer difícil al
principio, pero con un poco de tolerancia y mucho diálogo descubrirás
que es más fácil acomodarse con la otra persona de lo que crees.
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