miércoles, 17 de abril de 2013

PROBLEMAS DE LA CONVIVENCIA

5 problemas de vivir con tu chico

Vivir con personas con las que no creciste es, en general, complicado. Pero no es lo mismo compartir espacio con una persona que no conoces, con quien puedes poner límites sin el temor de herir sentimientos, que con alguien a quien amas y que no quieres herir.
 
La primera vez que vives con una pareja, ya sea con tu novio o marido, te toparás con algunos problemas de convivencia que deberás resolver de la forma más cordial posible. Para que no te gane el genio te vamos a dar 5 posibles piedras que te encontrarás en el camino (y consejos para brincarlas).
 

1. Cuando las costumbres molestan

 
Tal vez tu llevas años viviendo sola y nunca has sentido la necesidad de tender la cama, pero puede ser que tu chico sea de esas personas que no soportan verla destendida. Este es sólo un ejemplo de las diminutas costumbres que por sí solas no son problema, pero que si las sumas puedes terminar con este cosquilleo incómodo en el que sientes que quieres decir algo al respecto pero no sabes cómo lo va a tomar.
 
El problema es que estas molestias tienden a salir a la luz en los momentos más inadecuados, como el día que dijo que iba a llegar a cenar pero se le hizo tarde y lo terminas regañando por dejar la pasta de dientes destapada en lugar de decirle que hirió tus sentimientos.
 
Muchos de estos detalles requieren de tu tolerancia, y con el paso del tiempo te acomodarás a ellos (o él los cambiará por ti), pero si algo realmente te molesta puedes decírselo de forma amable, pidiéndolo como favor personal y sin hacerlo sentir que su modo de hacer las cosas es incorrecto.
 
Son infinidad de detalles que ni siquiera se te ocurren. Incluso dónde guarda la cátsup (en el refrigerador o en la alacena) puede ser motivo de discusión. ¡No te desesperes! Pronto encontrarán sus propias costumbres.
 

2. La pena

 
Ah, el pudor. Algo que tenemos tanto de pequeñas y se nos quita con la edad y la convivencia. Muchas parejas no tienen problema con esto, pues para varias mujeres que sus hombres las escuchen ir al baño no es motivo de vergüenza. Les diríamos que no tiene por qué serlo, pero el pudor es algo que se aprende en casa. Cuando ambas personas en una relación se sienten igual, esto no es motivo de discusión, pero que tú nunca hayas tenido problema con usar el baño mientras alguien se lava los dientes no quiere decir que tu chico sienta lo mismo.
 
No se obliguen al punto de sentirse incómodos. No le abras la puerta del baño si él no te da pie a hacerlo y pídele lo mismo a cambio. La pena es un sentimiento horrible que tu pareja nunca debe provocar. Es una falta de respeto obligar a alguien a hacer algo que no quiere, incluso si eso es usar el baño frente a ti.
 
Si el tiempo es problema por las mañanas pónganse un horario y respétenlo. Tal vez tú te puedes bañar mientras él prepara el desayuno o puedes tender la cama mientras usa el baño.
 

3. Lo tuyo es nuestro (y lo mío también)

 
Deja de pensar en tus cosas como tuyas, y comienza a imaginar que todo es de los dos. No importa quién aportó qué al hogar, si te estás haciendo ideas de que él lleva horas viendo deportes en tú televisión no van a llegar muy lejos.
 
Cuando decides vivir con alguien decides compartirlo todo, desde tu tiempo hasta la almohada. Que la propiedad de las cosas no se vuelva tema de conversación. (Esto no quiere decir que no te puedas molestar porque él lleva horas viendo deportes en LA tele, es sólo el pronombre posesivo en singular lo que debemos evitar).
 

4. Espacio para estar sola

 
No importa si vives en un departamento de una sola recámara, cuando discutes con alguien lo que quieres es no tener que verlos a la cara en lo que se te pasa el coraje. Si tienes el espacio en tu casa (como un cuarto extra o un balcón) desde el primer pleito en el que sientas la necesidad de espacio coméntale que te vas a retirar a este lugar para estar sola un rato hasta que se te pase el enojo. Explicarle lo que estás haciendo le deja saber que no quieres que te persiga, pero también le indica que regresarás cuando te sientas mejor.
 
Esta es una mejor técnica que salirte de la casa después de un pleito porque no lo dejas preocupado por tu seguridad, o por si regresarás eventualmente. Es mejor que cada quien tenga un lugar dentro de la casa al que pueda escapar sin hacer el drama más grande. Trata de evitar los lugares comunes (como el baño o la cocina) para que no se vea en la penosa necesidad de interrumpir tu tiempo de reflexión.
 

5. Ni tu ni yo

 
Cuando algo parece no tener solución, evítalo. Por ejemplo, mi roomie odia los programas para niños (que a mí me encantan) y yo no tolero las telenovelas (que son su placer culposo). En lugar de estar siempre en competencia por el control remoto tenemos un pacto en el que yo no veo Hanna Montana si ella se abstiene de ver la novela en la sala. Este tipo de arreglos te pueden salvar de muchos pleitos. Ambos sienten que obtienen algo a cambio, por lo que es más fácil dejar de lado lo que a ti te gusta. Tampoco está de más avisar si quieres hacer algo que sabes que incomodará a la otra persona por ejemplo, si vas a invitar a todas tus amigas a la casa avísale a tu chico por si quiere hacer planes con sus amigos para evitar estar ahí. De la misma manera pídele que te mande un mensaje si, por ejemplo, hay un partido que quiere ver por la noche. Si no eres fanática de los deportes puede ser un excelente momento para ir al cine sola.
 
Al final todo se resume a la comunicación y al respeto, tanto por las ideas del otro como por su espacio personal. Puede parecer difícil al principio, pero con un poco de tolerancia y mucho diálogo descubrirás que es más fácil acomodarse con la otra persona de lo que crees.

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