jueves, 4 de abril de 2013

HERMOSAS IMAGENES





Bueno, pues si os parece, vamos a ir pasando poquito a poco y en silencio; lo más grande, nos espera dentro.





Al igual que siempre, aquí están Ellos, esperándonos de forma incondicional, el Cristo de la Expiración, conocido popularmente como “El Cachorro”, y la Virgen del Patrocinio, también llamada “La Señorita de Triana”. Tras santiguarme, voy avanzando por esa Vía Sacra que conforman los bancos situados a ambos lados de la nave, y que culmina en ese Calvario donde Él se encuentra clavado en su Cruz. Es un momento muy especial en el que siempre tengo a mi lado a una compañera de lujo, mi mujer. Tras tomar asiento, respiro profundamente, le aprieto la mano y la miro. Aquí nos casamos, a los pies de Él y ante la mirada de Ella, a los ojos de Dios. Parece como si cada vez que venimos renovásemos nuestros votos, algo que sucede cada mañana durante la primera mirada del día. De nuevo, enfoco la vista hacia Ellos, y es entonces cuando, de una forma ordenada, comienzan a discurrir por mi mente una serie de diapositivas que relatan la película de lo acontecido en mi vida desde la última vez que les vi. Instantes de reflexión para dar gracias y pedir perdón… instantes de Oración. 














La Virgen del Patrocinio Gloriosa, es la que preside este acogedor lugar mientras sostiene al Niño en brazos. Cada año, el Domingo más cercano al día 13 de Noviembre, festividad del Patrocinio de Nuestra Señora, la Virgen es trasladada desde su Capilla al Altar de la Basílica para tal celebración.






Aquí también se encuentra el Cristo del Camino, y parece ser que allá por el siglo XVII perteneció a una Cofradía existente en esta Capilla, procesionando por aquel entonces el Miércoles Santo por las calles de Triana. Se le conoce como “el tito Tomás”, por su gran parecido a un habitante del barrio.






Por último, frente a Nuestro Padre Jesús del Camino, se encuentra la Virgen de los Dolores, la cuál salía antiguamente en Procesión con nuestra Hermandad bajo la advocación de Patrocinio, y a la que nunca le falta un Ave María dedicada por sus fieles. 






Pero si hay un instante especial donde confluyen un cúmulo de sentimientos y de devoción, ese es el Viernes Santo, justo antes de que la Cruz de Guía se ponga en la calle para iniciar la Procesión. El Cachorro y la Virgen del Patrocinio ya no están en sus Altares, pues se han subido a sus respectivos Pasos para evangelizar por las calles de Sevilla, siendo sustituidos por las Insignias, ciriales, etc., que participarán en el cortejo procesional. Es un momento en el que reúnes con tus hermanos para acompañar a Jesús y a María en su dolor. Allí te acuerdas de tu gente, de los que quieres, algunos ya se marcharon y otros están fuera en la calle esperando…, pero a todos los llevas en el corazón.



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