Los primeros vestigios de contaminación antropogénica sobre el
Mediterráneo a causa de los metales datan de unos 2.800 años, según
revela una investigación dirigida por el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC). La fecha coincide con el desarrollo
minero, metalúrgico, cultural y tecnológico de las civilizaciones
humanas de los periodos griego y romano.
Fotos 1, 2 y 4: Praderas y arrecifes de Posidonia oceanica. Créditos: Eduard Serrano, Enrique Ballesteros y Miguel Ángel Mateo. Foto 3: Testigo de posidonia. Miguel Ángel Mateo
El trabajo analiza la concentración de residuos metálicos en los sedimentos de las praderas de Posidonia oceanica
de la bahía de Port Lligat (Girona). Dichas praderas se extienden
94.315 metros cuadrados y cubren el 69% de los fondos de la bahía. Los
sedimentos estudiados alcanzan los 5 metros de espesor y reflejan 4.500
años de antigüedad.
El investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes
Óscar Serrano, explica: “Estos depósitos son un registro privilegiado
para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área
especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas”.
El trabajo ha sido liderado por Miguel Ángel Mateo, perteneciente al
mismo centro del CSIC.
Los resultados, que han sido publicados en la revista Science of the Total Environment,
describen un aumento inicial en la concentración de metales hace unos
2.800 años. Posteriormente, se produce un incremento en las cantidades
de zinc, plomo, cadmio, cobre, arsénico y hierro hace unos 2.500 años,
especialmente durante el periodo romano.
A lo largo de los últimos 1.200 años, el Mediterráneo ha
experimentado un aumento gradual en la presencia de metales que se
aceleró notablemente en los últimos 350 años a partir de la revolución
industrial. En esta época se aprecia especialmente el aumento del plomo,
el zinc y el arsénico.
Los servicios de posidonia
Para Serrano, “las praderas de posidonia no sólo generan registros
milenarios, si no que almacenan grandes cantidades de metales pesados
que refuerzan las funciones de esta planta en la biogeoquímica costera”.
Frente a la “clara regresión” que están sufriendo estos ecosistemas, el
investigador del CSIC considera que “posidonia demuestra ser un gran
filtro y sumidero de polución en primera línea de costa”.
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