Hoy en día existen lamentablemente  muchos cónyuges que usan la manipulación para obtener beneficios  individuales. Es una acción que evidencia una actitud egoísta e injusta.
Las mujeres frecuentemente usan esta  “arma” para lograr que sus esposos hagan lo que ellas quieren. Muchas  veces quieren valerse de otras personas de influencia en sus esposos  para que los convenzan de ir donde ellas quieren o de hacer lo que ellas  quieren. Aunque la intención o el motivo sea bueno, no se justifica la  manipulación bajo ninguna circunstancia.
Los hombres también usan con frecuencia  esta actitud para conseguir que sus esposas cedan a sus deseos. El área  más común de manipulación de los esposos es un “romance temporal” para  que ellas accedan a tener relaciones sexuales, pero después abandonan la  actitud romántica y vuelven a su rutina de trato indiferente o frío  para con ellas.
Hay muchos más ejemplos de manipulación  en los matrimonios, pero lo que es una realidad es que esta actitud va  lesionando y dañando la relación poco a poco, los va indisponiendo y  vienen las peleas, las ofensas y la relación cae en una vorágine de  efectos emocionales negativos que la puede destruir.
La raíz de la manipulación, se  fundamenta en la incapacidad de poder transmitir los sentimientos por  medio de una comunicación saludable, ya sea por temor a la reacción del  otro(a) o por no saber cómo hacerlo, o por situaciones similares vividas  anteriormente.
I Cor 13:5-7: el amor no hace nada  indebido, no busca lo suyo,  no se irrita, no guarda rencor; no se goza  de la injusticia,  sino que se goza de la verdad.  Todo lo sufre, todo  lo cree,  todo lo espera, todo lo soporta.
Todos los matrimonios tenemos que  trabajar en nuestra comunicación sincera y transparente, sin presión,  sin engaño; sino abriendo el corazón libremente. Quizás algunas veces no  nos será fácil, pero ese es el método más seguro para tener y mantener  un matrimonio saludable.
Es muy importante entender que tenemos  que ser abiertos y escuchar también a nuestro cónyuge cuando nos expresa  sus sentimientos, siendo comprensivos, empáticos, y bien intencionados  para entender sus puntos de vista sin pretender imponer el nuestro. Para  lograr esto es necesario renunciar por completo al egoísmo y al  orgullo, y estar dispuestos al menos a procurar sinceramente entender el  sentimiento de nuestro cónyuge.
Si has usado la manipulación en tu  matrimonio, renuncia a esa actitud, pídele perdón a Dios y a tu  esposa(o) y toma la decisión de usar la comunicación sincera y libre  para expresar tus sentimientos, tus deseos y tus anhelos. Fortalece tu  vida espiritual para que estés en capacidad de expresar y de escuchar  los sentimientos y emociones de tu cónyuge sin juzgarle ni criticarle su  manera de pensar, sino respetando su opinión.
Para vivir el amor verdadero de Dios,  tenemos que vivir en la verdad siempre, y si no sabemos cómo hacerlo,  tenemos que pedir ayuda para alcanzar la libertad de poder hablar con  nuestro cónyuge, expresándole nuestros sentimientos sin necesidad de  usar la manipulación.
 Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!
Luis y Hania Fernandez
Luis y Hania Fernandez
 
 

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