viernes, 30 de septiembre de 2011

NUESTROS NIÑOS

El niño está delgadito, come poquito, ¿no?


El niño está delgadito, come poquito, ¿no?.
Para mi madre comer es una de las cosas más importantes de la vida, si comes poco, o mal, o regular, se la quita el sueño. Siempre ha sido así. Cuando era niña en mi casa no se saltaba ni Dios una comida,...., bueno sí, alguien sí, mi madre se las saltaba, no predicaba mucho con el ejemplo.
Como sabéis, en lo que respecta a la alimentación, como en tantas otras cosas, mi hijo decide. En mi casa no se utilizan palabras como: forzar, engañar, un poquito más, etc, etc, etc. Si mi peque dice "mamá estoy lleno, no quiero más", se acabó lo que se daba, no se come más y punto. Hay días que las comidas las hace más copiosas, otras menos, unos días merienda mucho, otros días no tiene ganas. ¿Acaso los adultos comemos siempre igual?.
Para algunas personas soy muy permisiva con la alimentación de mi hijo. Y es cierto, lo soy. Aunque a mi me gusta más calificarme de respetuosa. Cuando mi niño era bebé y llegó la hora de introducir la fruta, yo me dispuse a hacer los típicos purés que recomiendan muchos pediatras. Mi bebé no los quiso, no le gustaban, giraba la cara, le daban arcadas. Lo intenté con diferentes frutas, haciendo purés de frutas únicas, añadiendo galleta, añadiendo mi leche, pero no hubo forma, no le gustaba. Así que dijimos adiós a la fruta durante una temporada. Muchas personas de mi entorno, entre ellas mi madre, se llevaron las manos a la cabeza. Me decían que a los niños hay que engañarles, ponerles dibujos, pero a toda costa había que seguir las recomendaciones del pediatra. La fruta se da a partir de los 6 meses y no había más que hablar.
Pero yo opté por dejarlo estar. Empecé a darle trocitos de fruta de vez en cuando, utilizaba una redecilla, le encantaba chupetear todo a través de esa red. Así unos días comía un trozo de plátano, otros un trozo de manzana, otros algún pedazo de naranja. Pero no me preocupaba mucho la cantidad. A día de hoy mi hijo come fruta con normalidad. Es cierto que hay días que come dos o tres piezas y otros donde no come nada. Es decir, como cualquier persona adulta.
Y así nos ha pasado con otros alimentos. En mi casa se respeta el NO de mi hijo. Sé que poco a poco, por simple curiosidad o porque el cuerpo se lo pida irá probando cosas que ahora mismo no acepta.
Con las cantidades de comida, más de lo mismo. Muchos adultos piensan que los niños deben comer unas cantidades que yo veo exageradas. Hasta donde yo sé, su cuerpecito y en consecuencia su estómago, es mucho más pequeño que el de una persona adulta. Pero se les pone delante unos platos de aupa.
Yo siempre he dicho que mi hijo es de buen comer. Pero sé que si muchas personas vieran las cantidades que yo pongo en su plato dirían que come poquísimo. Hay días que se acaba el plato y repite y otros días que no lo termina. Pero a pesar de todo ello mi niño crece fenomenal, está fuerte, sano, tiene energía para dar y tomar.
En estos días que estamos pasando con mis padres "la comida del niño" se ha convertido en una cuestión de estado, y es que nunca es suficiente. Si un día ha comido mucho y no le apetece postre, dramón. Si se deja un trozo de filete, dramón. Si no le apetece merendar un bocata, dramón. Si por la mañana no se toma el lácteo que le toca (no toma leche), dramón. Y así vamos durante todo el día, observando minuciosamente las cantidades de comida que la criatura toma, la variedad, lo que ocupa en el plato. Y francamente, es desesperante.
En mi casa no nos preocupamos por la alimentación del niño, porque consideramos que es adecuada. Simplemente asumimos que los niños no siempre comen mucho, que los niños crecen a pesar de que no se acaben el plato, que los niños pueden decidir cuándo no quieren más. En casa de mis padres esa libertad no es entendida. Supongo que porque ellos pertenecen a una generación donde los niños no sabían lo que les convenía.
Y claro, ahora mismo el niño está delgadito. Siempre ha sido un nene muy fuertote, pero en el último año ha crecido muchísimo y su cuerpecito ha ido perdiendo ciertas redondeces propias de bebés y ha ido adquiriendo un cuerpo más de niño mayor.
No come todo y encima está delgado, con lo cual preocupación al canto. "Ay, qué delgadito está el niño, el pobre con lo poquito que come", "déjale que coma (gusanitos, chuches, bollos, cualquier cosa que engorde) que el pobre está muy flaquito", "pero déjale que se coma otro helado, ¡¡criatura!! como no va a estar delgadito". Este tipo de frases son oídas de continuo por estas orejitas. Vamos que la responsable de que el niño coma poco y esté delgado soy yo porque "le permito" no comer cuando no tiene más hambre.
No penséis mal de mis padres, son estupendos, se preocupan muchísimo por mi hijo y le adoran. Supongo que por eso tienen ese interés exagerado en su alimentación. Lo tuvieron ya antes con mi hermana y conmigo, y puedo decir que lo siguen teniendo. Con esto quiero sacar a relucir un tema a veces conflictivo, como es es el de la alimentación infantil.
Cuánto han cambiado las cosas, ¿verdad?. ¿O no?. ¿Cómo reaccionáis vosotros al poco apetito de vuestro hijos?. ¿Pensáis que hay que forzar, engañar o convencer a los niños para que coman?. ¿Creéis que hay que ser respetuosos cuando deciden que no quieren probar y/o comer algunas cosas?

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