| El amor a la naturaleza | ||
| Inteligencia ecológica permite mantener los lazos más sagrados de la esencia del hombre con su entorno natural | ||
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 Por Petar Radic R. Psicólogo y psicoanalista Puede  parecer una moda, pero no lo es. El cuidado del medioambiente y la  cultura ecológica obedece a una necesidad de encontrar el verdadero alma  de nuestro ser. La creciente depredación de  algunas especies, la tala indiscriminada de bosques y la contaminación  son algunos de los factores que torturan a nuestro planeta, pequeña  "casa" donde habitan más de 6 mil millones de personas. Precisamente,  la inteligencia ecológica es la interacción naturaleza-humanidad que  involucra una relación de dependencia necesaria. Esto no es nada más que  respetar y reflexionar los ciclos de la naturaleza. Los  mejores representantes de la intelectualidad ecológica son los  indígenas, para ellos el hombre y su entorno natural conforman una  unidad indisoluble o un todo a través de la "Pachamama", es decir, viven  en naturaleza y no lo contrario de lo que ocurre en la actualidad. Esta división también se ubica en la ciencia, en especial la sicológica, cuando interpreta la fragmentación hombre y naturaleza. Es  fácil comprender que esta existencia artificial ha dañado nuestro  ecosistema, dando lugar al yo del no yo, dejando excluido el medio  natural, en una posición esquizofrenizante o de locura colectiva. EXPLOTACION La  naturaleza sólo es vista desde la urbanización o ciudad como un recurso  de explotación ilimitado, olvidándonos que es vulnerable al consumo  indiscriminado.  Con esta devastación se va  destruyendo una cadena de ciclos y poniendo en peligro real la  existencia del planeta y he aquí nuestra contra-inteligencia emocional.  Colectivamente, tenemos un inconsciente destructor poco consecuente con  la realidad, sumado a esto un empobrecimiento de nuestra inteligencia  emocional ecológica. Hemos llegado a sentir  que la naturaleza está para servirnos y no para disfrutar de ella,  perdiendo la capacidad de reflexionar y de sentir que somos parte de la  naturaleza o una desintelectualización ecológica.  La  naturaleza está regida por las leyes de la física (de ahí su nombre),  al igual que el materialismo viene de materia, desde la concepción  femenina representado como mater o madre. A pesar de todos estos  preceptos, seguimos sin respetar y entenderla, es por esta razón que en  Alemania nació Greenpeace.  Como un ejemplo  de carencia de inteligencia ecológica está lo que sucede en el polo  norte. Cuando nacen las crías de las focas, con su pelaje blanco y  felpudo, arriban los depredadores de pieles y las matan a palos para  comercializarlas. Sin embargo, Greenpeace llega antes y pintan su piel,  para evitar que sean mutiladas. ANIMALES En  Africa matan a gorilas para usar sus manos como ceniceros decorativos,  mientran los cuernos de los rinocerontes sirven para potenciar la  virilidad del mercado asiático. Pero la  cultura antiecológica más depredadora es la japonesa, que da muerte a  miles de delfines y ballenas para ser comida de mascotas, provocando  desequilibrios irreversibles en el ecosistema marino. Por  otra parte, se logró redefinir la nueva concepción de individuo como  eco-bio-sico-social, una forma de rescatar valores ecológicos que tanta  falta nos hacen. La ausencia de ecointeligencia nos lleva a ser la  especie autodestructora y única que posee como deporte matar por matar. Lo  anterior tiene como causa nuestro narcisismo depredador que nos conduce  a controlar la vida de los demás animales. Las ciencias son parte de la  cultura antiecológica, justificando el "progreso científico" que muchas  veces termina en bombas. En lo científico y  sicológico se tiene como criterio la ecuación humanoide cartesiana en  comprender disociadamente como especie. Así, nos dividimos en dos  mitades, en los animales y nosotros, teniendo una gravísima amnesia que  venimos de un mismo árbol evolutivo (Filogenia).  Ya  Charles Darwin lo demostró con la evolución de las especies, entre  nosotros y los demás animales compartimos el código genético similar:  entre el mono y los humanos nos diferenciamos en un 2% de nuestro código  genético. Después de todo, sólo somos animales evolucionados. | 
martes, 2 de agosto de 2011
SI ES POR AMOR A LA NATURALEZA
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