Las imágenes de escenas idílicas y relajantes podrían ayudar a los pacientes con cáncer a reducir el nivel de dolor cuando se someten a tratamientos difíciles.
Ésa es la conclusión de un estudio llevado a cabo en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos.
Los investigadores diseñaron una serie
de pruebas para analizar el nivel de dolor de pacientes sometidos a
biopsia y aspirado de médula ósea (BAMO), un procedimiento de
diagnóstico que -se sabe- es particularmente doloroso.
En
éste se inserta una aguja grande en la parte posterior del hueso
pélvico para extraer la médula. El procedimiento puede tomar hasta diez
minutos y a menudo se lleva a cabo bajo anestesia local.
Para algunos pacientes de cáncer,
el BAMO es una experiencia no deseada a la cual deben someterse de
forma regular y en el pasado se han probado técnicas como hipnósis o
sedación para tratar de ayudar a los pacientes a aliviar el dolor.
Los
investigadores de Johns Hopkins creen, sin embargo, que puede haber
una forma más barata y sencilla para ayudar a los pacientes a soportar
el dolor.
“Queríamos encontrar una forma de mejorar su experiencia”, explica el doctor Noah Lechtzin, quien dirigió el estudio.
“Así que llevamos a cabo un estudio
en el cual se asignó a pacientes el tratamiento convencional y
mientras eran sometidos al procedimiento se les mostraban escenas de la naturaleza con sonidos naturales o a escenas urbanas con sonidos de ciudad”.
“Al mismo tiempo medimos su nivel de dolor durante el procedimiento”.
Según el científico, las escenas de la naturaleza consistían en imágenes típicamente relajantes, como las Cataratas Victoria en Zambia, África, pintadas en las cortinas que rodeaban la cama donde estaban siendo tratados.
Las
escenas urbanas mostraban imágenes de un ambiente citadino típico:
calles concurridas, gente caminando de prisa. En general, se mostraba
una experiencia mucho más estresante.
Para añadir impacto a la atmósfera y ayudar con el proceso, se colocó a los pacientes audífonos para acompañar las escenas de la naturaleza con sonidos de pájaros cantando y el susurro del viento entre los árboles.
Para las escenas de ciudad se tocaron sonidos de tráfico.
Los
investigadores descubrieron que estas dos añadiduras simples al
ambiente hospitalario cambiaron la forma como los pacientes reaccionaban
a los tratamientos invasivos.
Escala de dolor
La severidad del dolor se midió utilizando una escala de diez puntos conocida como el Instrumento Hopkins de Índice de Dolor.
Antes y después del procedimiento se pidió a los pacientes que indicaran qué tan incómodos se sentían.
Cualquier marca sobre cuatro es clasificada como dolor moderado a severo.
Un grupo de control -pacientes que no tenían escenas de naturaleza ni urbanas- en promedio calificaron su BAMO como 5,7 en la escala de dolor.
Sin embargo, los pacientes expuestos a sonidos e imágenes de la naturaleza registraron en promedio 3,9 en la escala de dolor, una “reducción significativa”, expresan los investigadores.
Las
escenas urbanas no tuvieron ningún efecto en la clasificación. Los
pacientes expuestos a ellas encontraron el procedimiento igualmente
doloroso.
Esto, afirma el doctor Lechtzin, muestra que la reducción de dolor no es simplemente una cuestión de distraer al paciente.
“Ciertamente, no creo que la distracción juegue un papel. Pero se sabe que hay ciertos elementos específicos de la naturaleza a los cuales los pacientes se relacionan y que tienen un efecto particularmente tranquilizador”.
El
científico insiste en que la elección de imágenes es muy importante
para que la teoría pueda ser puesta en práctica con todo su potencial.
“Creo que hay ciertos elementos de la naturaleza que son beneficiosos, pero otros pueden ser aterradores”.
“Por
ejemplo, no quisiéramos mostrar rocas donde podrían estar escondidos
animales potencialmente peligrosos. Nuestras escenas mostraban
panoramas muy expuestos donde había agua fluyendo, los sonidos eran de
canto de pájaros y viento moviendo las hojas de árboles. Así que hay
ciertos elementos que son muy útiles”, afirma el investigador.
El
doctor Lechtzin espera que los hospitales vean estos resultados como
una forma sencilla y barata de ayudar a los pacientes a enfrentar sus
BAMO y otros procedimientos dolorosos, incluso si adoptan la idea de
exponer una sola imagen particular.
“Puede
ser un mural grande que cuelga de una cortina en el hospital y que
puede ser transportada sobre una base de una cama a otra. Es bastante
barato, no requiere ningún entrenamiento y es fácil de usar”, completa el investigador.